El "cholismo" convertido en religión
El peso del técnico en la temporada del Atlético es imposible de medir tanto dentro como fuera del campo - Ha trascendido la figura de entrenador para convertirse en guía espiritual

Cholo Simeone es manteado por sus jugadores tras conquistar el título de Liga. // Reuters
J.C.ÁLVAREZ | VIGO
Nadie ha creído en esta Liga como Diego Pablo Simeone. Desde el primer día -cuando posiblemente solo él tenía la esperanza de resistir en condiciones ese maratón interminable y únicamente él confiaba en la capacidad de su plantilla para mirar de frente a dos proyectos titánicos como el del Real Madrid y el Barcelona-, el Cholo se afanó en una tarea imposible, contagiar a su alrededor de que su ilusión no era producto de un simple "tarado" y que existía una base sólida para aspirar a ese sueño. Meses después, tras sortear todas las trampas que la temporada ha ido poniéndole en el camino, Simeone, su discurso y su fe han conducido al Atlético al décimo título de Liga de su historia. Puede que ninguno tenga este peso porque las anteriores generaciones no han tenido que medirse a proyectos de la magnitud de los actuales Real Madrid y Barcelona, destinados a repartirse el pastel por los siglos de los siglos. Un título imposible de entender sin Simeone, sin su filosofía, sin su capacidad para transmitir y para transformar a un equipo que ha rendido muy por encima de lo imaginable. Pocas veces encontraremos un caso tan evidente de equipo condicionado por el carácter de su entrenador, por esa filosofía que premia por encima de todo el sacrificio, el esfuerzo, el espíritu de lucha. Simeone ha conseguido formar un equipo de once "cholitos" que ha competido mejor que nadie y que ha compensado las carencias que pudiese tener la plantilla con una entrega ciega al mensaje que le llegaba desde el banquillo.
El Atlético de Madrid se ha pasado ocho meses escuchando el anuncio de su caída. "La temporada se les hará larga", "se van a quedar tiesos", "es imposible ser campeón ganando todos los partidos por la mínima"...mensajes que se repetían como un soniquete y que trataban de arrojar dudas sobre las posibilidades de los colchoneros de pelear por el título. Simeone compitió contra eso. Lo hizo hasta aburrir al personal, sin salirse un metro del plan diseñado en su cabeza, a lomos del "partido a partido", el lema que acabó impreso en las camisetas de los aficionados que hoy se lanzarían por la ventana si el Cholo se lo pidiese. Porque Simeone ha sido mucho más que un simple entrenador. Ha acabado por convertirse en el guía espiritual de la afición. El caso de Simeone es único en el fútbol español. Convencido de que solo lograría su objetivo si alrededor del equipo lograba crear una atmósfera especial, un intercambio de energía que fortaleciese su idea, ha multiplicado la tarea hasta terminar en el Vicente Calderón dirigiendo a sus jugadores y a la hinchada. Un ejemplo tuvo lugar durante un partido en casa contra el Barcelona. Tras un gran comienzo, el equipo comenzó a acularse en su área mientras los azulgrana empezaban a comerle el terreno. Simeone daba voces como un poseído desde la banda para corregir posiciones. De repente sonaron unos leves sonidos de desaprobación a sus espaldas. El Cholo se giró de forma eléctrica, miró hacia el sector que había protestado y les gritó de forma vehemente. Se acabaron las protestas. Todo el mundo volvió a su tarea, a su trabajo, a la función que les correspondía para conseguir la meta que el técnico se había propuesto.

El "cholismo" convertido en religión
Cuando Matt Busby, el hombre que creó al gran Manchester United, estaba hospitalizado tras el desastre aéreo de Múnich, se reunió con su segundo Jimmy Murphy y solo le dijo una cosa: "Mantén la bandera ondeando Jimmy". Simeone lleva agarrado a la bandera desde el primer día, ondeándola bien fuerte para que la gente supiese que el Atlético de Madrid no se iba a rendir y que pelearían hasta el último aliento por la victoria. Y llegó. Simeone lo gritó un instante y se sentó en el banquillo para telefonear a sus hijos. "Partido a partido" había llegado a donde solo él creía. En el palmarés, al lado del nombre del Atlético de Madrid, debería ir el del Cholo Simeone.
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