El Coruxo camina con paso firme hacia la permanencia en la categoría después de la importante victoria conseguida ayer tarde en el campo de O Vao ante el Zamora. Un triunfo de casta, de coraje y de fe, ya que a más de uno se le vino el mundo abajo cuando a los nueve minutos los vigueses se meten un gol en propia puerta. Sin embargo el equipo fue capaz de crecer mentalmente y, sobre todo, futbolísticamente, dominando a un Zamora que enterraba en el feudo vigués sus opciones de clasificarse para la fase de ascenso.

A estas alturas de la temporada es imposible pedirle a un equipo que se juega la vida, y que a los nueve minutos de juego se mete un gol en propia puerta, que juegue al toque y que haga un juego bonito. Es cierto que el Coruxo abusó ayer en algunos momentos del fútbol directo, tratando de meter balones, pero durante la mayor parte del encuentro fueron muy pocos los balones que se rifaron. El centro del campo lo tocaba con criterio, y el peligro por las bandas era claro y manifiesto.

El gol del empate de Pedro Vázquez resume cómo el Coruxo entiende el fútbol. En otras circunstancias lo más fácil sería zapatear el balón tratando de marcar, pero primero Mateo supo ver a Pedro en una magnífica posición, y después este supo cruzar el balón mientras se caía ante la salida de Imanol.

Fue un gol de los que te hacen ganar enteros y, sobre todo, confianza. Una confianza necesaria para buscar tres puntos importantes, sobre todo con los resultados que llegaban de otros campos, y que le permitían a los "verdes" salir incluso del puesto de promoción con cuarenta y cinco minutos por delante.

En la segunda parte solamente hubo un color sobre el terreno de juego, y ese fue el verde del Coruxo. El equipo se fue hacia arriba, y a los dos minutos de juego Antúnez dejó un anticipo de lo que sería la parte final del encuentro.

El Zamora estaba incómodo sobre el terreno de juego. A pesar de que juntaban la línea de defensa con la del centro del campo para cerrar huecos el balón estaba en posesión del Coruxo, que comenzó a tocar y a tocar sin desesperarse y buscando la portería de Imanol. El Zamora trataba de salir con rapidez a la contra, pero en esta ocasión la línea defensiva del Coruxo estuvo impecable y cortó todas las opciones que intentaban organizar los zamoranos.

Las ocasiones se sucedían para el equipo vigués, pero el gol no llegaba, lo que tampoco desesperaba, ya que marcar en el minuto noventa también valía.

Sin embargo la fortuna quiso devolverle al Coruxo, y sobre todo a Cristóbal, un poco de la suerte que le había sido esquiva en los primeros minutos del encuentro. Un balón sin aparente peligro que llegó al área del Zamora golpeó en la mano de Jacobo Trigo, no dudando el colegiado ni un segundo en señalar el punto de penalti.

El partido daba un giro inesperado después del agrio comienzo. La confianza del Coruxo era máxima, mientras que el Zamora se perdía en toques y pérdidas de balón en el centro del campo.

El Zamora seguía perdido sobre el terreno de juego. Cualquier acción ofensiva era cortada por un equipo vigués que había ganado en confianza. Todavía quedaba mucho tiempo para el final del encuentro, pero las dinámicas de ambos equipos eran muy diferentes.

La confianza del Coruxo quedó patente en la presión que hizo Reguero a la salida del balón del Zamora, lo que le permitió hacer un robo y marcar la sentencia a tres minutos para el final del choque.