Casi un año después de su estelar debut en el Nuevo Zorrilla, Rubén Blanco hace balance. Once meses han transcurrido desde que el joven cancerbero de Mos irrumpió en la vida del primer equipo con una asombrosa exhibición de talento y madurez en un partido a vida o muerte que resultó crucial para la permanencia del Celta en Primera División. Blanco redondeó su estreno con otra formidable actuación frente al Espanyol en el partido definitivo y se convirtió, casi sin quererlo, gracias a una inesperada concatenación de circunstancias por las lesiones de Sergio Álvarez y Javi Varas, en uno de los héroes de la salvación del Celta. Su impecable muestra de madurez y sangre fría le dieron le opción el pasado verano de dar definitivamente el salto al primer equipo. Luis Enrique lo puso en pretemporada al mismo nivel de Sergio y Yoel, pero el técnico se decidió finalmente por el portero de Castrelos y Rubén regresó al filial para tener la opción de competir cada domingo y no ver frenada su progresión.

El joven portero canterano, que entonces no consideró un paso atrás su regreso al segundo equipo, da ahora por concluida esta etapa. "Después de tres temporadas, considero que mi etapa en el filial se tiene que acabar. ", afirma Blanco, que precisa: "Mi intención para el año es luchar por un puesto en la primera plantilla del Celta y, si no tengo, hueco, sí que habría que buscar alguna salida. Pero insisto en que lo que me gustaría es seguir en el Celta".

El portero canterano valora, no obstante, la experiencia vivida este curso en el filial, que ha vivido un año difícil y al que no da por descendido. "Mientras matemáticamente haya opciones, seguiremos luchando", promete Rubén. Ve, de hecho, más aspectos positivos que negativos en lo vivido en los últimos meses con el filial. "No ha supuesto una decepción. No es un varapalo ni un paso atrás. Me hubiera gustado poder competir por un puesto en el primer equipo, pero se dio así y estoy contento con la temporada que he realizado en el filial, aunque no ha sido en lo colectivo todo lo buena que esperabamos", dice. Y agrega: "He jugado 30 o 40 partidos en Segunda B que me han ayudado a seguir madurando, pero sí que es cierto que siempre tienes la ilusión de jugar en el primer equipo".

El guardameta mosense no reprocha al club haber rechazado la oferta para que jugase hasta final de temporada en el Getafe, que solicitó su cesión para cubrir la baja por lesión de Migel Ángel Moyà. "No me quiero meter en las decisiones que toma el club y estaré de acuerdo con la decisión que tome. En ese momento decidió que tenía que ayudar al filial y lo acepté sin ningún problema", dice. Aunque matiza: "Nunca se sabe pero obviamente, si puedes jugar nueve o diez partidos en Primera, sería una gran experiencia de cara al futuro".

Mientras tanto, el día de su estreno con el Celta en Primera permanece nítidamente grabado en su memoria. "Los recuerdos, obviamente, son buenos. Fue el día de mi debut, inesperado por la lesión de Javi (Varas) y todos los recuerdos que tengo de ese día, desde que Javi se cayó al suelo hasta el pitido final, son muy buenos. Solo me pasaron cosas buenas. Todo salió redondo", apunta. "La primera parada, un uno para uno con Manucho, me sirve para coger confianza. Me dio seguridad porque salí al campo con la incertidumbre de lo que iba a ocurrir y hacer esa parada dispara mi confianza. Me permitió estar más tranquilo y ayudó al equipo a mantener la portería a cero", añade. Y remacha: "Tienes tensión e incertidumbre y, en ese momento, no sabes cómo vas a reaccionar. Yo había jugado algunos partidos importantes con el filial y la selección, pero ninguno de semejante trascendencia. Intentas tomártelo con naturalidad, convencerte de que es un partido más. No es fácil, pero una de las cosas de nuestro trabajo es jugar con presión".