El Celta B no pudo sacar nada positivo de su visita al Carlos Tartiere y ni siquiera evitó traerse a Vigo un buen zurrón de goles y un mal estado de ánimos para una plantilla muy necesitada. El partido apenas tuvo historia, pues solo duró media hora, justo hasta cuando el equipo encajó el primer gol; a partir de ahí el filial céltico fue claramente hacia abajo y se vio superado y algo más por un rival que, sin desgastarse en lo físico, le propinó un severo castigo. El equipo vigués acabó con nueve futbolistas sobre el terreno de juego tras las expulsiones de Goldar y Antón, una circunstancia que ayudó de manera importante para que incluso sufrieran mucho más de lo deseado, pues el partido por entonces ya estaba perdido.

Media hora aguantó el filial del Celta las acometidas de un rival que se juega en tres partidos el trabajo de toda la temporada. Las prisas del Real Oviedo al comienzo del choque ayudaron al Celta B a posicionarse mejor sobre el terreno de juego e incluso a buscar algún susto a la contra. En esos minutos se vio al mejor Celta B, ordenado y tranquilo tratando de hacer circular la pelota con sentido y sin renunciar a la verticalidad. Sucedió además desde el inicio del partido, lo que en nada hacía presagiar lo peor. El equipo de David de Dios contuvo con seguridad y contundencia a un rival demasiado espeso en la circulación de la pelota y que se enfrascó de buenas a primeras en una batalla en el centro del campo que no le convenía, porque fue además tan cruenta como infructuosa, ya que ninguno de los dos logró hacerse con el control de la pelota durante demasiados minutos seguidos. El Celta B estuvo en su papel de equipo inferior e incluso pudo hacer daño en un par de contras veloces y bien llevadas a las que sin embargo les faltó el pase final.

No fue hasta el minuto 28 cuando en una genialidad de Susaeta se rompía la baraja de lado carbayón. El centrocampista enviaba a la escuadra derecha de la portería de Rubén una falta lanzada desde unos treinta y cinco metros de distancia. Sin tiempo casi para la reacción, el propio Susaeta, diez minutos después, prácticamente sentenciaba el choque con un disparo cruzado desde fuera del área ante el que nada pudo hacer Rubén.

La segunda mitad apenas tuvo historia, salvo los goles y las expulsiones, pues Señé cabeceaba el 3-0 después de un disparo en semifallo de Anunciata en el minuto 62 y ponía punto y final a cualquier tipo de esperanza visitante. Solo uno más tarde el visitante Goldar veía la segunda cartulina amarilla por una falta en el centro del campo. Con el 3-0 en contra y un hombre menos al Celta B solo le quedaba pensar en encajar el menor número de goles posibles, pero la balanza volvía a caer de lado azul cuando Anunciata era derribado por Antón. Penalti claro y expulsión del vigués, que dejaba al equipo con nueve. Susaeta lograba el tercero en su cuenta particular.

Nada más sacar de centro, en una jugada rápida de Borja Iglesias los vigueses iban a conseguir el tanto del honor. A partir de ahí el Real Oviedo comenzó a realizar cambios, mientras que los nueve hombres que tenía en el campo David de Dios se multiplicaban para evitar una goleada de escándalo. Pese a los esfuerzos del filial vigués, ya con el tiempo cumplido, el lateral zurdo Sergio Díaz culminaba una gran jugada personal enviando el balón a la red y consiguiendo el quinto y defintivo gol de la tarde.