David Monreal, entrenador del Blusens con licencia de jugador, observa el partido desde la banda. Con chubasquero, pero en pantalón corto. La última vez que jugó, en noviembre ante el Gernika, se arrancó el calcáneo. En estas cuatro temporadas en Vigo ha espaciado sus apariciones dentro de la cancha, aunque las ha tenido gloriosas. Suyo fue el único ensayo en aquella eliminatoria contra el CRC que le abrió al club las puertas de la División de Honor.

El empeño ahora es conservar lo ganado: la plaza entre los grandes del rugby nacional. La permanencia directa está descartada. Se aspira a la promoción. El colista Cajasol presiona. Los andaluces han sumado bonus en los últimos tiempos y se han aproximado a siete puntos. El próximo fin de semana, en la penúltima jornada, recibirán a los vigueses.

El Blusens planta cara al Hermi El Salvador. Pelea contra el poderoso rival, cuarto en la tabla, y contra sí mismo. El XV del Olivo regala el primer ensayo al poco de empezar. Sin Maguna en el manejo y Marshall en el dribling, falta la genialidad que culmine el trabajo de zapa de la delantera.

Los locales sólo producen a través de los pateos del debutante Joe Reynolds. No es suficiente. Se mueven al límite. Conceden demasiados golpes de castigo. Simon, en una acción confusa, que éste denuncia como pillería del rival, se gana la tarjeta roja por un pisotón en el minuto 22. El Blusens habrá de jugar lo que resta en inferioridad numérica. El Hermi sale poco de su veintidós, pero siempre con peligro. Portillo debe sustituir a Simon como medio melé. Monty se retrasa a la zaga en una fase defensiva, situación inusual, está lento en la captura de un balón llovido y el Hermi amplía su ventaja. Al descanso, 6-15 y terribles presagios.

El Blusens recurre a aquello que lo define y que algunas veces ha olvidado a lo largo de esta campaña: el corazón. Los vigueses se reagrupan y pelean a dentelladas. Se dejan el alma en cada acción. Dominan por empuje. Cada uno muere por sí y por el compañero que combate a su lado.

Por desgracia, lo que conquistan por delantera lo pierden en la trasmisión. Se desagran en los avants. Monreal se despoja del chubasquero. Acarician el ensayo y se les escurre entre los dedos. No consiguen rentabilizar la temporal igualdad numérica por amarilla a Mamea.

Con 12-20, al menos, el bonus defensivo sigue a tiro. Equipo y grada se retroalimentan en el entusiasmo de vaciarse. Monreal calienta. Agita los brazos como un molinillo. El reloj aprieta. El Hermi quiere el bonus ofensivo, busca el cuarto ensayo y por eso no duerme el partido. Lo logra (12-25) y Monty se va al "sin bin". Serán trece contra quince en la última acometida.

Monreal ya no se aguanta y entra en la cancha. Quiere compartir esa agonía con los suyos. El Blusens empuja como si el mundo se fuese a terminar con el silbido del árbitro. Esta vez no libera hacia los tres cuartos. Insiste en el "pick and go" de sus gordos. Los cuerpos se van amontonado en la frontera del ensayo como el paisaje tras un terremoto. De la escombrera surgen los brazos de Monreal. "He tenido suerte. Fue trabajo de toda la delantera", dirá después, pero es también por su sabiduría. El técnico posa, Reynolds convierte y As Lagoas lo celebra. El bonus neutraliza lo logrado por el Cajasol en Getxo y rearma moralmente al XV del Olivo para la decisiva visita al Cajasol.