Mercedes ha heredado esta temporada el bastón de mando que Red Bull había mantenido los cuatro últimos años, pero no conforme con ello la escudería germana ha dado un paso más en su dominio tiránico. Llevaban desde 1955 sin que sus dos pilotos finalizaran al frente de un gran premio y en el plazo de una semana lo han conseguido en dos ocasiones: Malasia y Baréin, y en ambas con Lewis Hamilton por delante de Nico Rosberg. Una carrera la de ayer decidida al sprint -once vueltas- tras la aparición del coche de seguridad por el tan aparatoso como incruento accidente entre Maldonado (Lotus) y Gutiérrez (Sauber), y en la que en tan corto espacio los Mercedes sacaron 24 segundos al tercero, el Force India de "Checo" Pérez. Más de dos segundos por vuelta. Un dato elocuente.

Fernando Alonso finalizaba en la misma novena posición que tenía en la parrilla. El español ganó dos plazas en la salida pero las perdió en carrera ante la evidente falta de garra de su Ferrari. Terminó, eso sí, una vez más por delante de su compañero Kimi Raikkonen, que salía quinto. Mínimo consuelo y mínima cosecha de puntos.

El dominio de Mercedes esta temporada se resume con datos: tres carreras, tres victorias, tres poles y tres vueltas rápidas. Pero al menos la de ayer fue una carrera emocionante, salpimentada de adelantamientos, de batallas fraticidas. Los catastrofistas que habían aventurado una temporada triste y aburrida por culpa de los nuevos artilugios incorporados a los monoplazas se quedaron con un palmo de narices. Es cierto que los coches corren un poco menos, es cierto que tardan un par de segundos más que el pasado año en completar cada vuelta, pero existe este año un componente extra de tensión que, al menos ayer, compensó con creces.

Mercedes contra Mercedes, Force India contra Force India, Red Bull contra Red Bull o Williams contra Williams. Sin órdenes de equipo porque en estos momentos no hay nadie en los garajes que pueda controlar la agresividad, las ansias de triunfo, de sus pilotos. Imágenes impagables como las de Hamilton y Rosberg pasándose y repasándose según enlazaban las curvas; o las de "Checo" Pérez, Hulkenberg, Bottas y Massa formando un pelotón suicida que cortaba la respiración. Imágenes inimaginables hace sólo unos meses como la del tetracampeón Vettel cediendo ante el empuje de su compañero Ricciardo, y espectaculares como la del vuelo de Gutiérrez tras ser embestido por Maldonado.

Lo malo es que en esa batalla nunca pudo estar el Ferrari de Fernando Alonso. Salió noveno y noveno terminó. Correr pa ná. Es lo que hay.