De Primera a Segunda B, y viceversa. Ese es el camino que recorre últimamente David Costas en un año extraordinario e inolvidable para el futbolista de Chapela, que con 19 años recién cumplidos puede presumir de haber jugado como titular en estadios como el Santiago Bernabéu o el Vicente Calderón.

Ese trajín de saltar de una categoría a otra en intervalos, a veces con una semana de diferencia, convierte a David Costas posiblemente en un caso excepcional en estos momentos en el fútbol español. Pero no es nada novedoso el plan de alternar estas dos categorías. Hubo precursores. El más famoso fue Pep Guardiola. El ahora entrenador del Bayern Munich se topó con Johan Cruyff cuando era una promesa de la cantera del Barça. El técnico holandés le dio la alternativa en el primer equipo pero de vez en cuando lo enviaba a "galeras". Así era conocido en el entorno azulgrana ese paso atrás que Cruyff le obligaba a dar para que el siguiente fuese mayor. Y el holandés consiguió lo que se proponía: Guardiola se convirtió en un referente internacional con el club catalán y con la selección española.

David Costas, por su parte, ha pasado del juvenil al primer equipo del Celta de un mes a otro, cuando estaba pendiente de incorporarse al filial céltico de Segunda División B. Pero Luis Enrique confió en el joven zaguero, que debutó en Primera en la segunda parte del partido de Liga ante el Betis, en el Benito Villamarín. En el minuto 77 sustituyó a Augusto Fernández. Una semana después, el 31 de agosto de 2013, debutaba como titular con el Celta en Balaídos, ante el Granada.

El número 30 del conjunto céltico encadenaría siete titularidades. Luis Enrique, que lleva 29 alineaciones distintas en 31 partidos de Liga, confió en una promesa con buena salida de balón en los pies.

El nuevo año le concedió a Costas la oportunidad de ser titular ante el Real Madrid, en el Bernabéu. Pero a partir de ahí cambió su papel en el equipo. Cabral comenzó a adquirir mayor protagonismo. Al mismo tiempo, el club acudió al mercado de invierno para lograr la cesión de Íñigo López, un defensa veterano que había destacado en el Granada pero que pasaba una mala etapa en el PAOK de Salónica.

Costas volvió al once ante el Betis, de nuevo el conjunto sevillano se cruzaba en su camino. A continuación, Luis Enrique lo probó durante una semana de trabajo en A Madroa como mediocentro. El mensaje era claro para el futbolista: había tenido su oportunidad pero la exigencia de la temporada le dejaría en un segundo plano. La reacción de Costas fue plantearle al club la posibilidad de poder jugar también con el Celta B, donde coincidiría con muchos de los que la temporada pasada fueron sus compañeros en el juvenil. No quería perder la actividad. A su edad, lo importante es jugar. Es así como se pulen defectos y se mejora la puesta a punto.

Debutó con el filial céltico a finales de febrero, ante la Cultural Leonesa. Un mes después, Costas asomó de nuevo por el primer equipo. Fue ante el Málaga, la que hasta ahora es su última aparición en el primer equipo. El sábado pasado fue suplente ante el Sevilla en Balaídos. Al día siguiente se trasladó a Ferrol para jugar en A Malata con el Celta B. Va dando saltos, adelante y atrás.