La permanencia se aleja, a 4 puntos queda la fase de promoción y a 5 la salvación directa. Cierto que el Coruxo tiene dos partidos menos que sus rivales, pero la sensación que queda es que los de Rafa Sáez necesitan, para empezar, mostrar algo más de ambición en ataque. La derrota sufrida en Las Gaunas deja entrever que los vigueses desperdiciaron una buena oportunidad para estar más cerca del objetivo ante el mal juego desarrollado por su rival, la UD Logroñés, pero que mostró más pegada, tampoco mucha.

En esta categoría y en un partido entre dos equipos que se jugaban bastante, la diferencia estuvo en saber aprovechar sus oportunidades. Si los riojanos gozaron de tres, los vigueses apenas tuvieron una (un tiro al poste con empate a cero). En un duelo que debía haber acabado en empate, tanto por las intenciones como por lo expuesto sobre el campo, se transformó, tras un error defensivo (dejaron controlar a Goñi dentro del área) en una derrota evitable que hace más complicada la existencia a un Coruxo que sigue exhibiendo un ataque sin mordiente.

De hecho, aunque hubo intensidad por momentos, ambos equipos estaban más preocupados de mantener a cero su meta que de buscar la portería contraria. Resultó un primer tiempo difícil de digerir para los aficionados, ya que casi no hubo ocasiones. Lo malo no fue eso, es que ni siquiera existieron acciones dignas de ser narradas. Tan malo fue el espectáculo que ambos conjuntos brindaron que hasta sonaron aplausos en cuanto un jugador intentaba, no que le saliera, un regate. Pese a ello, tanto UD Logroñés como Coruxo gozaron de una oportunidad para romper el equilibrio que había tanto en el marcador como en el juego.

De esta manera, los vigueses pudieron adelantarse en el minuto 21 cuando Centrón, con un tiro raso y desde fuera del área, se topó con el poste. Probablemente hubiera sido demasiado para el mérito de los hombres de Rafa Sáez, pero seguro que habría animado el choque. Por su parte, los riojanos, a renglón seguido, en el minuto 25, dieron la réplica tras un centro raso de Barrón, desde la izquierda, que fue rematado por Iriarte, lanzándose al suelo a por el balón, y posteriormente despejado por Fernando.

Salvo estas dos jugadas y un tiro, manso de Antúnez en una falta central que detuvo sin apuros Miguel, el choque fue un quiero y no puedo o un puedo y no quiero. Cabe esa duda. Fútbol muy trabado, sin que ningún de los cuadros expusieran demasiado. El esférico parecía un enemigo, nadie quería tratarlo con cariño. Lo más fácil era golpearlo, muchas veces sin sentido.

Una situación que no varió en exceso en la reanudación, aunque sí que hubo más aproximaciones a las áreas. Los locales salieron como más decididos, tampoco tanto, más predispuestos a meter miedo a un sólido y seguro Fernando en los balones aéreos. Los de Rafa Sáez tenían que demostrar que no se iban a quedar mirando, así que estiraron sus líneas. De esta forma, tras una trenzada jugada por banda izquierda, Chaco chutó y la pelota golpeó en Goñi, los visitantes reclamaron mano dentro del área. El juego, otra vez, se volvió a enquistar hasta que a la hora Goñi recogió, dentro del área, un centro de Sergio Martínez y fusiló a Fernando para poner el 1-0. Nuevo partido en el que el Coruxo debía exponer más para no regresar de vacío.

La expulsión de Goñi, por doble amarilla, en el minuto 72 dibujaba otro encuentro. El Coruxo, sí o sí, tenía que ir hacia arriba, mientras que la UD Logroñés se dejaba querer y esperaba su momento en un contragolpe letal. La pena es que los vigueses no inquietaban demasiado: un tiro potente de Antúnez, que se marchó desviado. La superioridad apenas se acusaba, excepto por el dominio territorial. Los movimientos de Rafa Sáez tampoco daban el resultado requerido, así que el Coruxo insiste en desperdiciar una nueva bala para acercarse a la salvación. Además, deja atrás una dinámica de cuatro partidos a domicilio sin perder.