Días de esperanza para el baloncesto gallego, más allá de la excelente campaña del Obradoiro. Un proyecto meritorio, pero que carece de la fibra propia que asoma en otros lares. El cercedense Jonathan Barreiro debutó el pasado viernes con el Real Madrid a los 17 años de edad, concretamente ante el Partizan en la Euroliga. El coruñés Carlos Martínez, de 18, se está trabajando su espacio en el Laboral Kutxa. Y ayer Alberto Abalde, también de 18, nacido en Ferrol pero vigués de infancia y corazón, ha dado otro paso en el camino hacia el estrellato que se le pronostica. El más pequeño de la saga, enrolado en la cantera del Joventut, disputó ayer ante el Valladolid sus primeros minutos en la ACB. "Es un sueño hecho realidad, pero queda lo más difícil por delante", advierte el jugador.

Alberto, hijo del histórico Chiño Abalde y hermano de Tamara, está cada vez más cerca de convertir esa referencia ineludible en un simple dato biográfico. Ayer comenzó a exhibir el desparpajo de quien tiene el baloncesto incrustado en sus genes, como algo natural. Era ante el colista Valladolid, pero el entrenador del Joventut, Salva Maldonado, no esperó a que el partido estuviese roto para situar en cancha a Abalde. Sucedió en el primer cuarto. Nada más entrar se jugó y anotó dos lanzamientos. "Salva me da confianza", explica el olívico. "Todo salió bien. Me entraron los primeros tiros y así fue más fácil".

Abalde jugó 8 minutos y 26 segundos. Anotó cinco puntos (1/3 en tiros de dos y 1/1 en triples) y capturó dos rebotes defensivos para acumular una valoración total de +3. "Estoy muy contento. Es el premio al trabajo que estoy haciendo. Pero ahora hay que seguir para merecer más oportunidades y aprovecharlas", comenta.

Ciertamente Alberto Abalde está cumpliendo el itinerario que le ha sido diseñado desde la infancia, pero precisamente por eso ha de soportar la presión de lo que se espera de él. Aprendió fundamentos bajo la tutela de su exigente padre en la pista de la finca familiar. Ha crecido en pachangas de uno contra uno con su hermana, que confiesa que ahora es ella la que ejerce de sparring durante el verano. En Compañía de María y Maristas fue afinando sus cualidades. Pronto llamó la atención de las grandes canteras españolas. Lo tanteó el Estudiantes pero se decantó por el Joventut, al que pertenece desde el segundo año de cadete. Traspasar la frontera de la máxima categoría ayuda a compensar la crudeza de abandonar el hogar siendo adolescente. "Estoy muy contento con la decisión que tomé", comenta. "Aposté por el Joventut. Confían en mí y me siento muy contento aquí. Quiero seguir creciendo".

El Joventut era la elección que todo el clan prefería. Chiño Abalde lo ha comentado en alguna ocasión: "Cuando la Penya lo llamó para probar no había otra idea en mente. Es la mejor cantera de España". Lo es por tradición, con su largo santoral. Y más desde que una de sus leyendas, Jordi Villacampa, lo preside. La formación se ha convertido en algo más que su identidad. Es también la única forma de sobrevivir a sus graves problemas económicos. Llovet, Ventura, Vives, Barrera o Álex Suárez son los productos de la última hornada.

Se une a ellos Abalde, que en lo cotidiano milita en el C.B. Prat, equipo vinculado que compite en LEB Plata. Aunque ha ido alternándose como base y escolta, parece más decantado hacia esta segunda posición. Lo propicia el estirón (está ya en los dos metros de altura, según los datos oficiales de la ACB). También ha ganado fuerza como complemento a sus excelencias técnicas.

El debut de Alberto Abalde resulta especialmente importante para el baloncesto masculino vigués, que vive sus horas más bajas desde la desaparición del Gestibérica. Y que a nivel individual tampoco ha sido especialmente productivo en los últimos años. Apenas el porriñés Javi Rodríguez, expandiendo la referencia al área metropolitana, ha tenido una presencia estable en la élite durante la última década. Salvo casos puntuales, las referencias más cercanas hay que buscarlas retrocediendo al pasado siglo: Jesús García, Marcos Carbonell y el gran Quino Salvo. "Es verdad que no ha habido muchos últimamente", conviene Alberto Abalde, que en todo se manifiesta con serenidad, sin agobios. "Tampoco de Galicia, en general, han salido muchos jugadores jóvenes para la ACB últimamente. Estamos ahora Jonathan Barreiro, Carlos Martínez, yo... Cada uno sigue su camino, pero en conjunto son buenas noticias para el baloncesto gallego".