El Celta es un animal que evoluciona semana a semana, que no se queda quieto. En cada partido se le adivinan virtudes y características nuevas. Hasta hace poco al grupo de Luis Enrique le llovían los piropos por su atrevimiento y le caían con justicia considerables palos por su candidez casi infantil y su capacidad para regalar puntos de manera incomprensible. Pero el equipo ha madurado y se ha vuelto intenso, solidario y sacrificado. Ayer encontró en el tramo final del partido una victoria. Se hablará de que los tres puntos llegaron gracias al cabezazo salvador de Orellana, pero lo cierto es que esta victoria el Celta la construyó desde la seriedad y el orden con el que aguantó las acometidas de un magnífico equipo como el Villarreal, siempre afilado, vertical, que le buscó las cosquillas mil veces, pero que siempre encontró una pierna, un cuerpo que desbarataba su opción de ataque.

balón parado

Un tormento para el Celta durante mucho tiempo al que se ha sabido dar la vuelta de forma radical. Desde hace semanas el equipo ha defendido cada vez el balón parado; ayer lo hizo de manera perfecta. Recibió una docena de saques de esquina, faltas laterales y en todas ellas respondió con suficiencia. Ya se ha dicho mil veces que el asunto del balón parado es una cuestión más mental que táctica, de creerse que uno va a defender a muerte su portería. Y el Celta cada día cree más en lo que hace, en lo que le pide el entrenador. Ha entendido que no iba a ningún lado sin solidez, sin seriedad y ha terminado por ganarla sin perder muchas de sus virtudes.

Poco control en el medio

El partido se explica solo desde la defensa del Celta, sobre su obsesión por cerrarle los caminos a un Villarreal que ataca con mucha gente que tiene como principal virtud su movilidad y habilidad. Esta vez a Luis Enrique le falló el medio del campo. Con Fontás en la posición de pivote defensivo y Augusto y Krohn a sus costados, el Celta no tuvo control alguno. Impreciso en las entregas, acelerado casi siempre, incapaz de conectar con un mínimo de lucidez con la línea de arriba, el equipo se fue arrinconando hacia su portería. Le empujaron el Villarreal y sus propios errores. Y ahí fue donde el Celta supo resistir. Solidario en las ayudas, trabajando a destajo y manteniendo la intensidad que tuvo el día del Athletic aunque la emplease sobre todo en la tarea de frenar al rival. Un partido que el Celta fue ganando desde atrás hacia delante.

sin conformismo

Aunque el empate era un magnífico resultado para como se había puesto el partido, el Celtanunca renunció a dar un paso adelante. Movió con sentido el banquillo Luis Enrique, no lanzó mensajes equívocos y mantuvo su intención de aprovechar el previsible bajón en la intensidad del Villarreal. Aparecieron las primeras ocasiones (a través de Mina) y cuando los de Marcelino bajaron la guardia y frenaron un poco, el equipo vigués no dudó un segundo en instalarse en el campo rival. Llegaron jugadas a balón parado y un golpe de fortuna en el magnífico cabezazo de Orellana que supuso el gol de la victoria.

santi mina

Suplió con acierto la baja de Charles. Su mejor partido cuando ha sido utilizado de nueve. Tiene el problema de que aún sufre para aguantar el empuje y las embestidas de los centrales a la hora de jugar de espaldas. Para eso le falta experiencia, horas de vuelo. Aún hay mucha diferencia de edad entre él y quienes le marcan. Pero con espacios es un jugador peligroso, incisivo, cargado de malas intenciones. Ayer dejó detalles que confirman que es un futbolista especial. Si alguna de ellas hubiese acabado en gol, hoy habría que subirle con urgencia la cláusula.

el dicho bote de humo

Lamentable final del partido por culpa del lanzamiento del bote de humo que obligó a que los siete últimos minutos se jugase tras casi media hora de parón. Los peores temores del Celta, equipo amigo de cuestiones rocambolescas, regresaron en ese instante. Puede que en esa negociación el equipo vigués hubiese sido un poco pardillo. Estoy convencido que la mayoría de equipos de Primera, con los tres puntos en el bolsillo, no hubiesen saltado al campo a terminar el choque. Habrían utilizado cualquier argumento. Nolito evitó cualquier duda con su lanzamiento de falta el día en que el Celta demostró la importancia de la solidaridad.