Pocas veces Galicia, su deporte, ha sido capaz de aglutinar alrededor de un proyecto un grado de implicación general como el vivido en 1993. Puede que desde entonces, salvo en el caso del Xacobeo Galicia de ciclismo, no se haya producido un caso parecido. Sucedió en torno a un barco de vela oceánica, el "Galicia 93" que durante meses fue la bandera del deporte de todo un país, de sus ganas de abordar grandes empresas, de abrir nuevos caminos y desafiar el orden establecido a nivel mundial. El proyecto implicó a deportistas, una federación gallega, empresas privadas e instituciones públicas para situar a Galicia -pero sobre todo a Vigo- en la élite de la vela mundial, en el lugar en el que nadie antes en España había atrevido a aventurarse, un mundo desconocido abordado desde la mayor de las ilusiones. El impacto fue extraordinario tanto a nivel deportivo como social y nadie en España, ni siquiera con el paso de los años y la llegada de patrocinadores multimillonarios, ha sido capaz de superar los logros de una tripulación joven, en buena medida gallega y sobre todo viguesa que formó el "Galicia 93".

Todo nació mucho antes de aquel 7 de mayo de 1993 en el que la ría de Vigo fue escenario de la botadura del barco. La Federación Gallega de Vela, dirigida entonces por Francisco Quiroga, tenía la idea de abanderar un proyecto para la Vuelta al Mundo de vela que se disputaba entre los años 1993 y 1994. Pero el suyo no era un plan cualquiera. España tenía solo tres experiencias anteriores en una prueba tan exigente como la Whitbread que fueron las protagonizadas por el "Licor 43" (81-82), el Fortuna Ligths (86-86) y el "Fortuna Extra Ligths" (89-90), pero se trataba de proyectos multinacionales, con financiación española pero buena parte del equipo llegado de diferentes países. El equipo de Quiroga quería reunir a los mejores regatistas gallegos -incluídos algunos de los jóvenes con más futuro en aquel momento- y reforzarlo con otros españoles. El plan de la Federación Gallega no tardó en ponerse en marcha.

El proyecto se financió con una póliza de crédito de 10.000.000 de pesetas avalada por Francisco Quiroga, Cesar Cervera, Charo Andrade, Bonifacio Logares y Javier de la Gándara. El segundo paso fue el acuerdo de patrocinio con Xacobeo S.A. a través de la Xunta de Galicia y el tercero,la entrada de Pescanova. Politicos y empresarios advirtieron de inmediato el impacto que tendría incorporar su nombre o la bandera gallega a una de las pruebas que más presencia tienen en todo el mundo y cuya audiencia televisiva se cuenta por cientos de millones. El problema era la inexperiencia de casi todos los implicados, pero se compensaba con un grado de ilusión y de imaginación pocas veces visto antes.

El diseño del barco, un W60, se encargó a Bruce Farr, una eminencia en la materia y el único nombre extranjero que aparecía en la empresa. Pero su construcción se realizó por completo en los astilleros Armada de Vigo. Sobre lo que no había duda era acerca del hombre que lideraría al barco. Lo tenía todo: vigués, extraordinario patrón y con experiencia en la competición después de haber estado en la tripulación del "Fortuna". Javier de la Gándara comenzó a formar un equipo en el que figuraban -además del equipo de tierra que era gallego al cien por cien con gente como Dury Alonso, Bea Eraso o Salvador Sas- vigueses como Ñaco Eraso, el proa Jaime Arbones, Marcos Iglesias, Juan Zarauza; el baionés Carlos Sampedro, el coruñés Chuny Bermúdez. Todos se vieron reforzados con la experiencia de regatistas llegados de diferentes puntos de España como Guillermo Altadill, Joan Vila, Toño Piris, Víctor Unzueta, Pichu Torcida, Santi Portillo, Jan Santana, Paco Fernández y Nado Muñoz. Extraordinarios todos.

El 7 de mayo la infanta Cristina asistió en Vigo como madrina a la botadura del "Galicia 93" que comenzó a levantar las primeras muestras de cariño por parte del gran público. La tripulación se vio obligada a un entrenamiento intensivo porque los plazos eran cortos y solo diez días después salieron desde Baiona en dirección a La Rochelle para participar en la Vuelta a Europa que debía ser el banco de pruebas en el que comenzar a medir el potencial del velero. Por el camino batieron el récord de la travesía Vigo-A Coruña, un aviso de lo que vendría después. En la competición que tocaba diferentes puertos europeos el comportamiento del barco fue grandioso. Ganaron tres etapas y firmaron otros tres segundos puestos para convertirse en el primer velero español que se adjudicaba la victoria en la Vuelta a Europa. Por el camino, derrotados, quedaron barcos como el "Intrum Justitia" o el "Brookfield", llamados a ser protagonistas de la Vuelta al Mundo.

Aquel triunfo supuso un impacto gigantesco en la prensa especializada de todo el mundo que comenzó a hacer cábalas sobre las posibilidades de aquella pandilla de novatos llegados desde Vigo. La curiosidad se convirtió en algo enfermizo poco después, en agosto, durante la legendaria Fasnet Race. El "Galicia 93" sufrió un grave revés poco antes de la competición. Francisco Pino, responsable de la informática, sufrió la pérdida de la mano en un accidente, un tremendo golpe para toda la tripulación. Consciente de los riesgos y decidido a minimizarlos en todo lo posible, De la Gándara decidió competir en esa prueba con prudencia, sin arriesgar en maniobras extremas. Aún así el "Galicia 93" voló aquel mes de agosto. Llegó a la roca Fasnet (al sur de Irlanda) por delante de los 250 barcos de todos los tamaños que participaban en ella y en la empopada de vuelta hacia Plymouth nadie fue capaz de seguir su estela. España conquistaba por primera vez esa regata para mayor gloria de Javier de la Gándara y de su tripulación que para aquel entonces ya eran un fenómeno en su casa y también en el resto del mundo, impresionado por su irrupción en la vela oceánica. Tras ellos quedaron otra vez favoritos de la Vuelta al Mundo como el "Winston" o el "Intrum Justitia" (también se les ganó en tiempo real a los maxis New Zealand Endeavour, La Poste y Merit). El barco y sus tripulantes protagonizan multitud de homenajes durante las semanas siguientes mientras el barco se somete a diferentes arreglos de cara a la Vuelta al Mundo.

El 3 de septiembre cientos de embarcaciones despiden al barco que parte hacia Southampton, salida y llegada de la Vuelta al Mundo donde el interés de los rivales se ha disparado en relación al barco gallego. Comienzan a llamarle el "pez volador" por sus recitales en la Fasnet o el "caballo negro", nombre con el que se distingue en ocasiones a los rivales más enigmáticos y desconocidos.

El 25 de septiembre arranca una competición que disparó la atención en Galicia sobre la vela oceánica y que cambió para siempre la historia de muchos regatistas. En la línea de salida nombres míticos como Denis Conner con el "Winston", Roger Nilson con el "Intrum Justitia", Cris Dickson con el "Tokio" japonés, Grant Dalton con el "Endeavour" de Nueva Zelanda, Ross Field con el "Yamaha" japonés, Tabarly con el "La Poste" francés, el suizo Merit de Pierre Fehlamann y así hasta quince participantes, con lo más granado de la élite oceánica.

El barco patroneado por De la Gándara finalizó la primera etapa en segunda posición pese a los problemas de roturas que sufrió durante aquellos días. Un resultado magnífico y que venía a acreditar unas posibilidades que se fueron esfumando en las siguientes etapas, en gran medida por los graves problemas a los que se enfrentó por las reincidentes averías que sufrieron. Especialmente cruel fue la segunda etapa (Punta del Este-Freemantle) en la que el barco sufrió deslaminación en el casco antes de la isla Eduardo en el Índico. Fue una situación terrible que hizo pensar en que todo acabaría allí e incluso se preparó un avión para acudir al rescate, pero los hombres de De la Gándara y el barco resistieron para completar el recorrido y mantenerse en competición. Las duras condiciones de viento de aquella competición convirtieron la prueba en una carrera de supervivencia que no tardó en relegar al barco vigués al cuarto puesto. Pero el "Galicia 93" dejó momentos memorables como el récord de navegación en 24 horas que batió en esa segunda etapa. El interés era absoluto en Galicia, donde cada día los medios de comunicación ofrecían detallada información de la situación y las vicisitudes por las que estaba pasando el velero. Incluso Fraga dio orden de que todas las mañanas se le comunicase a primera hora la situación del barco y cualquier novedad que hubiese sobre él.

Pero Javier de la Gándara quería el podio de aquella regata en la que se sumaban los tiempos de cada etapa (en la actualidad se puntúa y da igual la distancia que haya entre cada barco). Y en la quinta etapa que unía Punta del Este con Fort Lauderdale en Estados Unidos consiguieron el objetivo de ascender al tercer puesto que no cedería hasta la meta de Southampton. El objetivo, impensable unos meses antes, estaba conseguido. Solo el "Yamaha" y el "Intrum Justitia" pudieron con ellos. Tras ellos quedaron nombres míticos como Denis Conner o Chris Dickson.

Ese podio del "Galicia 93" sigue siendo el mejor resultado de un barco gallego en la Vuelta al Mundo de vela con el mérito añadido de haber sido un proyecto formado por gente de casa y que además supuso el impulso para una extraordinaria generación de regatistas oceánicos como Chuny Bermúdez o Jaime Arbones, que disfrutaron de su primera oportunidad en la tripulación que gobernó de forma ejemplar Javier de la Gándara. Hoy se cumplen 20 veinte de años del comienzo de aquella Vuelta al Mundo que cambió la mentalidad de la vela gallega.