Tercer día y ya, segundo final en alto, esta vez en la corta subida al monte Lobeira. Y es que, en los últimos años estamos presenciando un cambio en el recorrido de la Vuelta, pasando poco a poco los tiempos en los que la primera semana era un tiempo de vacaciones para los favoritos, etapas llanas y sin dificultades para los sprinters. Si lo comparamos al Tour de este año por ejemplo, tuvimos que esperar prácticamente a la última semana para ver espectáculo en las subidas, mientras que aquí presenciaremos como los hombres rápidos tendrán muy pocas oportunidades a conseguir la victoria. Ayer (igual que el domingo en A Groba) era otro día donde no habría grandes diferencias entre los favoritos, pero sí nos dio pistas de qué corredores lucharán por la victoria y cuales, de lo contrario, desconectarán rápidamente buscando triunfos de etapas.

Todo comenzó con una salida desde Vigo por Rande, simplemente espectacular y una imagen que quedará para la historia del ciclismo. Pronto se formó una fuga de cinco corredores, buenos rodadores y que el pelotón pronto se puso al tajo para que no cogiesen mucha diferencia. Quizás desde la TV no se apreciaba la tensión, pero desde el coche puedo asegurar que fue todo lo contrario. El fuerte viento presente todo el día, el paso por zonas como A Lanzada o la entrada en A Illa, rotondas, badenes, isletas... fueron lo ingredientes perfectos para que la etapa fuese movida. A falta de 60 km, la insistencia de equipos como Katusha o Movistar, provocaron la ruptura del pelotón y lo peor, diferentes caídas que perjudicaron a corredores importantes como el australiano Simón Gerrans. Días como los de ayer, son los que digo que en el coche se va mejor.

Para hoy toca otra etapa movidita, salida en Lalín y final en Finisterre, pasando por la "pared" del Ézaro. Personalmente, y después de las tres primeras etapas, será la etapa mas exigente y que a bien seguro con mayores diferencia entre los favoritos, ya que en todo momento es un continuo sube y baja que irá haciendo mella en los corredores.

Una buena anécdota me la dio un buen amigo, que fue vecino de Cancellara hace unos 15 años en Suiza. Nos acercamos a saludarlo al hotel del equipo. El detalle que más le sorprendía al suizo eran las vistas por donde pasan las etapas, y es que año a año sale el mismo tema de conversación en las cenas de organización y equipos, el paisaje y la gastronomía gallega. Mientras el año pasado el Ézaro se llevó los halagos, este año el monte de A Groba y sus vistas eran ayer fruto de piropos en la bajada del puerto después de la etapa.

*Exciclista profesional y "asesor deportivo en la Vuelta a España"