A las ocho de la mañana empieza la jornada en la Granja Escuela El Kiriko para setenta niños de entre 6 y 12 años que participan en la primera edición del Campus FARO DE VIGO-Ence. Tras varios días de intensa actividad, los más pequeños ya lamentan no poder dormir un poco más. Están cansados, pero siguen disfrutando. En poco más de una hora deben desayunar y prepararse para el entrenamiento de fútbol matutino en Soutomaior que acaparará la mañana.

Cinco sesiones en una semana en las que practican desde el pase y el tiro a la presión y el robo de balón. Tras esto, una ducha rápida y vuelta a la granja. Es la hora de comer. Entre tanto niño, sólo dos niñas, la más pequeña, de seis años. En todo momento están acompañados por los siete monitores de tiempo libre que trabajan en El Kiriko; otras veces, Simón y Lola, dos mastines españoles, hacen las delicias de los más pequeños.

No hay tiempo para la siesta. Los niños, repartidos en grupos, estarán una buena parte de la tarde realizando diferentes actividades en contacto con la naturaleza, con la correspondiente parada para tomar la merienda. Hasta mañana viernes, y en diferentes turnos, las manualidades y la naturaleza son los principales pasatiempos en la granja.

Algunos cogen un arco y disparan unas flechas con la intención de explotar los globos que esperan amontonados en una diana; para otros pronto será hora de ir a buscar a las ovejas y resguardarlas. Pelón, un simpático burro que lleva diez años en la granja se tira al suelo. Recuerda a un perro con la barriga hacia arriba a la espera de que alguno de los niños le haga alguna caricia. Lucrecia García, la directora de la granja, comenta que "lo hace todas las tardes".

Unos metros más arriba, algunos niños disfrutan de la piscina y los juegos acuáticos. En el río Oitavén, las canoas son las protagonistas. Por último, las manualidades entretienen a otro grupo en el taller que se organiza.

La diferencia de edad entre los niños y la escasez de días, impide que éstos disfruten de las tirolinas y del rocódromo.

A las siete de la tarde toca despedida. No todos están en el Campus de Fútbol Faro de Vigo-Ence en pensión completa y sus padres vienen a recogerlos. Para los demás, espera de nuevo la ducha y la cena. Antes de irse a dormir alguna sesión de cine al aire libre o juegos con los monitores.

Sobre las diez de la noche, espera la cama para despedir otro día más en El Kiriko. El sábado el campus dice adiós con varios partidos de exhibición y un acto de clausura en Soutomaior.