El Sevilla revalidó el título en la Copa de Campeones después de derrotar en la final a un Celta que no fue capaz de superar el trabajo defensivo de los andaluces. Los vigueses tendrán que cambiar ahora que cambiar el chip y centrarse en la Copa del Rey que se inicia el próximo fin de semana con el emparejamiento ante el Barcelona.

David de Dios recompuso los problemas que provocó la semifinales ante el Villarreal, colocando a Jordan como central, a Alberto Rey en el lateral izquierdo, y a Varela como interior derecho, retomando el clásico 4-2-3-1. Por su parte, el Sevilla también fue fiel a su esquema habitual, con un 4-4-2, juntando mucho las líneas para impedir que los vigueses crearan peligro. Además, Agustín López colocó a Romero pegado a Yelco, con lo que los célticos perdieron un punto en la creación del juego.

El Sevilla tuvo claro desde el primero momento que fueran los vigueses los que tuvieran la posesión de balón. La poca distancia entre las dos líneas le daba ventaja y le permitía robar el balón para salir con rapidez a la contra aprovechando la velocidad de Curro y Pavón.

Los primeros avisos fueron para los sevillanos. Primero fue Curro, quien a los ocho minutos de juego disparó con fuerza y el balón salió fuera por poco. Tres minutos más tarde, un centro desde la derecha golpea en Pablo Pérez, interpretando el colegiado que el balón le golpea en la mano y señala el punto de penalti, transformando Pavón el lanzamiento y poniendo en ventaja a los sevillanos.

Al Celta le costaba atacar las dos líneas de cuatro de los andaluces. Además casi no contaban con Yelco, al que le costaba sacarse de encima el marcaje de Romero. El juego ofensivo de los vigueses se canalizaba por el centro del campo, olvidándose de las bandas, con lo que el peligro que se creaba ante la portería de José Antonio era mínimo.

La mejor ocasión para los vigueses llegó cerca de la media hora de juego, cuando Thaylor le dejó el balón a Mina, quien disparó con potencia desviando un defensa a córner.

Las cosas no pudieron comenzar peor para el Celta tras el descanso. A los tres minutos, un centro desde la derecha de Modesto es rematador de cabeza al fondo de la red por Carlos. David de Dios no tardó en reaccionar metiendo en el campo a dos de los jugadores que más desgaste padecieron en semifinales, Goldar y Samuel. El equipo recuperó el balón, en buena parte por la renuncia del Sevilla a jugar al ataque y querer salir solamente a la contra. El Celta tenía pasillo y se comenzaba a ver la mejor de los vigueses, que marcaban en el minuto 57, por mediación de Costas, pero el colegiado lo anulaba por fuera de juego.

El técnico vigués echó más leña al fuego con la entrada de Miguel y Alberto García. La final estaba perdida y había que arriesgar, ya que el Sevilla había renunciado al ataque, formando una defensa de cinco.

Santi Mina, que había pasado desapercibido, apareció cuando el equipo más lo necesitaba. El delantero recibió un balón en el área y fue derribado por Mato, señalando el colegiado el punto de penalti. El propio Santi Mina lanzó la pena máxima recortando diferencias a diez minutos para la conclusión del encuentro. Los minutos finales fueron épicos. En el minuto 89 el partido quedaba visto para sentencia tras una contra que culmina Juan, pero el Celta no desistió y volvió a recortar diferencia en el minuto 91 por mediación de Alberto Castiñeira. La última ocasión del partido fue para los vigueses, pero Samuel disparó fuera y el Sevilla alzó los brazos para celebrar su segundo título consecutivo ante la desolación de los celestes.