El Academia Octavio logró imponerse al Villa de Aranda de forma contundente (27-33), dio un paso importante en su lucha por la permanencia en la Asobal y condenó al conjunto burgalés a seguir peleando por la salvación matemática. Cuando peor estaban las cosas para los de Quique Domínguez sacaron lo mejor de sí mismos. Liderados por Cacheda gobernaron el partido y aprovecharon el tropiezo de sus rivales directos (Cangas y Guadalajara) para ver crecer sus opciones de cara a las dos jornadas que restan para el final. Tienen mejor calendario que Guadalajara sobre todo, pero todo pasa por ganar el próximo domingo (12:30) en As Travesas al Ciudad Encantada.

Comenzó bien el Villa de Aranda, en un partido en el que se esperaba muchísima igualdad, pero que con el paso de los minutos se fue demostrando que el guión iba a ser muy distinto.

Jorge García Lloria fue poco a poco cogiendo el timón del barco gallego con muchas intervenciones en los primeros minutos, fruto de su acierto y también de los continuos fallos de los jugadores ribereños a la hora de elegir los lanzamientos.

En el minuto 10, El Academia Octavio logró ponerse por primera vez por delante en el marcador, algo que no cambiaría pese a los continuos intentos de los pupilos de Magi Serra.

Pasaban los minutos y los que brillaban sobre el sintético del Príncipe de Asturias eran los gallegos, dirigidos a la perfección por un Pablo Cacheda que, tras regresar de su lesión, cuajó un gran encuentro.

La máxima diferencia de la primera parte a favor del conjunto gallego llegó en el minuto 24 (8-14).

En los últimos minutos de la primera parte, el Villa de Aranda recortó diferencias para irse al descanso dos abajo, y hacer soñar todavía a los aficionados arandinos con una posible remontada (12-16).

Tras el paso por los vestuarios, el juego cambió y el conjunto ribereño demostró haber salido con más hambre de gol que en la primera parte.

Poco a poco Xavi Díaz iba apareciendo y Kike Plaza, que, pese a estar tocado y ser la gran duda del cuadro arandino, no solo pudo jugar, sino que se acabó convirtiendo en el máximo goleador de su equipo y del partido.

Los locales consiguieron ponerse en varias ocasiones a tres goles, pero no fueron capaces de meter el miedo en el cuerpo a un Octavio al que se le vio más metido en el partido, jugando con mucha más intensidad. Las mixtas a Cacheda y Fran González no dieron resultado y el Octavio se llevó el partido y la esperanza de la salvación.