Todo el mundo en Vigo e incluso en Galicia conocía el potencial que tiene el equipo juvenil del Celta, con una generación que está llamada a marcar una época en los próximos años. El estreno triunfal en la Copa de Campeones ante el Real Madrid sirvió ayer como presentación en sociedad a ojos de toda España, que mira con asombro al grupo entrenado por David de Dios, que ha fabricado el mejor Celta juvenil de la historia.

A la cabeza, Santi Mina, que tardó solo tres minutos en dejar su huella en el partido, con una cabalgada desde el propio campo del Celta dejando dos rivales por el camino para definir con un toque sutil, parecido al que suponía el segundo tanto pocos minutos después.

Sin embargo, este Celta es mucho más que el prometedor delantero, que mostró una superioridad insultante en todas las líneas ante uno de los grandes favoritos para alzarse con el torneo. Desde la portería, con un Yago muy seguro, pasando por una defensa muy sólida y también muy atrevida en los costados, con Pablo Pérez y Samuel demostrando que poseen un largo recorrido, pisando en muchas ocasiones el área rival. Fue el lateral derecho quien sentenció el encuentro con un cabezazo en un córner, después de haber rozado el gol con un potente disparo.

Posee fútbol de quilates el conjunto vigués también en la medular, con un Borja imperial en la recuperación y dando consistencia al equipo ayudado por Casas, que liberan al benjamín del grupo, Yelko Pino, todavía juvenil de primer año, pero que atesora una calidad extraordinaria para moverse en la mediapunta con libertad.

La exhibición de ayer ante el Real Madrid fue la enésima de la temporada, con más valor si cabe por el escenario en el que tuvo lugar, un grupo de jugadores destinados a garantizar el futuro del primer equipo del Celta en unos años. Una generación de oro, con un líder: Santi Mina, una joya.