Tres títulos y ruido, mucho ruido. Así se podrían resumir los mil días que lleva José Mourinho en el Real Madrid. El 31 de mayo de 2010 Mourinho era presentado como técnico del equipo blanco con una misión fundamental que cumplir: acabar con la hegemonía del Barcelona en España y en Europa. Mil días después, lo ha conseguido a medias. A cambio, su comportamiento ha abierto brechas en el vestuario, en la afición y en diversos ámbitos del fútbol español, con un apreciable coste de imagen para el Madrid.

De momento, Mourinho ha salido a título por temporada: la Copa del Rey en 2010-2011, la Liga en 2011-2012 y la Supercopa de España en el inicio de la actual. Sus mil primeros días en el Madrid llegan en vísperas de jugarse la continuidad en la Copa de Europa, su gran ambición, el logro que para muchos madridistas justificaría el ruido que acompaña al portugués. Para otros, ni así. Por eso, a día de hoy, nadie se atreve a garantizar que Mourinho cumplirá las tres temporadas que le quedan de contrato.

Agobiado por los dos años de dominio del Barcelona de Guardiola, en el verano de 2010 Florentino Pérez pagó 16 millones de euros al Inter para contar con el entrenador que se acababa de coronar como anti-Barça en la eliminatoria de semifinales que abrió las puertas de la Copa de Europa al Inter. Pese a los tres títulos arañados, el balance global sigue siendo favorable al Barça, que ya sin Guardiola lo aventaja en 16 puntos en Liga y parte con ligera ventaja en la eliminatoria de Copa tras el 1-1 del Bernabeu.

Mourinho ha conseguido reducir al mínimo la abismal distancia que se apreció en su primer Barça-Madrid (5-0), pero el rendimiento de su equipo ha sufrido un bajón tras la espectacular Liga anterior (100 puntos y 121 goles). Y todo eso tras una inversión de casi 200 millones de euros en tres temporadas en fichajes, algunos de ellos envueltos en la sombra de la duda que provoca por la procedencia de su agente, Jorge Mendes. Ante los 30 millones de euros pagados por Coentrão, se han levantado muchas voces críticas por el 'no' de Mou a jugadores como Silva o el asturiano Cazorla.

José Mourinho ha llegado en una situación de inestabilidad a sus primeros mil días pese a ser el entrenador con más poder de la historia del Real Madrid. Mourinho funciona como mánager, con plenos poderes en el primer equipo y también sobre la estructura deportiva del club, salvo el filial, donde ha dado en hueso por el apoyo de Florentino Pérez a Alberto Toril. En ese afán de tener todo el control, Mourinho ha provocado la marcha de emblemas del club como Valdano y Zidane.

Su particular forma de gestionar el vestuario ha acabado provocando una división que ahora ya parece irreversible. Mourinho ha fomentado el conflicto entre el clan portugués y el grupo principal de jugadores españoles, que ha degenerado en la inestabilidad deportiva de los antes indiscutibles Casillas y Sergio Ramos. El último ejemplo de su política de vestuario es el de Adán, que ha pasado a ser el cuarto portero tras utilizarlo para orillar a Casillas.

Aunque últimamente ha tenido que centrarse en sus batallas internas, Mourinho ha tenido conflictos con todos los sectores del fútbol español o europeo: árbitros, entrenadores, presidentes y organismos. Disparó contra todo el mundo, incluidas la UEFA y UNICEF, tras el primer partido de la eliminatoria de Liga de Campeones de 2010-2011. Desairó a los organizadores de la gala del 'Balón de oro' las dos veces que sabía que no estaba premiado, la más reciente con la excusa de que tenía trabajo y a la hora de la verdad se fue a ver el entrenamiento de su hijo. Y, en una imagen que dio la vuelta al mundo, cerró un tumultuoso Barça-Madrid en el Camp Nou metiendo un dedo en el ojo de Tito Vilanova.

En vez de llamarlo al orden, Florentino Pérez reaccionó a ésta y otras actitudes poniéndole como ejemplo de lo que el Madrid entiende por señorío. Y durante bastante tiempo el presidente permitió que en los partidos del Bernabeu una peña colgara una pancarta con una leyenda inequívoca: 'Tu dedo nos señala el camino'.