El Atlético de Madrid, en el partido de la Copa del Rey, reunió en As Travesas a menos de la mitad de público que ayer acudió a la visita del Villa de Aranda. A la afición le gusta el espectáculo con tensión y en un partido ante el conjunto madrileño apenas existe, debido a la diferencia tan grande de calidad que hay entre las plantillas. El Octavio ayer, sin embargo, se enfrentaba a un rival de su mismo pelaje, condenado a luchar también por la salvación. Y con el aliciente añadido de que en las filas del conjunto burgalés juega Javi Díaz, guardameta de O Rosal con larga trayectoria en el club vigués. Después de un partido muy disputado, sin un dominador claro y con muchas alternativas en el marcador, los académicos se llevaron la victoria (29-28) y dos puntos de oro que le sitúan en una zona templada de la tabla con nueve puntos.

Los porteros de ambos equipos tuvieron mucho que ver en el resultado final, pues tanto Lloria, para el Octavio, como Díaz, para el Villa de Aranda, estuvieron muy acertados, evitando que el rival tomase mucha ventaja en el marcador. El del conjunto burgalés fue el primero en erigirse en pieza básica de su equipo, que comenzó recibiendo dos goles por pérdidas en ataque.

Pero del 2-0 inicial se pasó a un 2-5 para los visitantes porque Javi Díaz realizó hasta cuatro paradas. Incluso provocó que Cerillo enviase al larguero un penalti cometido sobre Frade.

Parecía que el Octavio iba a sufrir un serio revés en sus aspiraciones de permanencia. Tardó ocho minutos en ver puerta de nuevo (3-5) gracias al brazo del sueco Kallman. Con los ajustes pertinentes en defensa, el equipo de Quique Domínguez se entonó. Tardó 16 minutos en ponerse de nuevo por delante en el marcador (9-8), gracias a un tanto de Cacheda y a las grandes intervenciones de García Lloria.

El guardameta vigués frenó a Manel Cirac, que se había convertido en un martillo para la defensa rojilla. El acelerón llevó al equipo vigués hasta el 13-9, tras un parcial de 6-1.

Con la expulsión de Rafa Dasilva, el Villa de Aranda acortó distancias, pero volvió a surgir Lloria para mantener a raya al rival, que aprovechó una pérdida de balón para situarse a uno de distancia (15-14), antes de que Dasilva lograse el gol que ponía fin al primer tiempo.

En la reanudación, el Octavio intentó abrir brecha en el marcador (19-15, en el minuto 33). La fortuna jugó a su favor, pues los visitantes estrellaron en dos acciones consecutivas el balón contra la madera. La portería de Lloria parecía inexpugnable por momentos.

El juego se ensució y comenzaron a caer expulsados. Dasilva, por segunda vez, y Macías tuvieron que sentarse en el banco. De ello se aprovechó el conjunto burgalés, que redujo diferencias al encontrarse con los certeros lanzamientos de Daniel Gañarul. Con un parcial de 0-4, el Octavio perdió su ventaja en el ecuador de la segunda parte.

No obstante, el equipo vigués tuvo la tranquilidad suficiente para no dejarse dominar en el marcador. Las diferencias, a partir de entonces, no superaron los dos goles porque tanto Lloria como Javi Díaz seguían metiendo manos increíbles.

Con un 24-23 se entró en los últimos cinco minutos. Nada estaba decidido y cualquier error podía pagarse caro. El Octavio tuvo más recursos. En el último momento recuperó a los lesionados Jabato y Polakovic. El lateral derecho esloveno protagonizó una de las jugadas claves del partido. Faltaban dos minutos y el Octavio estaba en inferioridad por la expulsión de Vargas. Polakovic corrió hacia la línea de seis metros y cuando los rivales le salieron a taponarle dio una asistencia maravillosa a Juárez, que desde el centro fusiló a Javi Díaz (29-27). Faltaban apenas unos segundos. Garza reducía diferencias, pero el Octavio se llevaba una victoria sufrida, aunque de un valor incalculable.