Formoso no es el único que vincula a Vigo con el Cosmos. También Pedro Andrés formó parte de aquel proyecto, aunque de forma más tangencial. Ejerció durante años como entrenador de porteros en los campus de entrenaniento que la franquicia ligaba a sus principales estrellas. "Conozco a Formoso, aunque hace 25 ó 30 años que no hablamos", relata Andrés desde su hogar en una localidad de Pennsylvania, a escasos kilómetros de Filadelfia.

Pedro Andrés, como Formoso, emigró en la primera juventud sin que el hambre le apretase. "Fue por amor", relata. Abandonó Vigo para cumplir el servicio militar. Al poco conoció a su mujer, estadounidense. La siguió al otro lado del mar. "No vine para quedarme, pero me quedé", resume, sin que el acento gallego lo haya abandonado completamente a sus 72 años.

En el traslado, embalado con las pertenencias, se llevaba ya el vicio del fútbol. Heredado de su padre, que había sido portero del Fortuna y uno de los primeros socios del club resultante de la fusión con el Vigo: el Celta. En la herencia paterna le vino también el puesto de portero, que desempeñó en los equipos del barrio y en el Coruxo antes de partir. Hoy, la estirpe futbolística se prolonga con Juan Carlos, sobrino de Pedro, a la sazón entrenador del Rápido de Bouzas.

La afición le sirve a Pedro Andrés de oficio en tierras americanas. Saca el carnet de entrenador. Se asocia con el costarricense Arnold Ramírez. En un clinic conocen a un profesor que los enrola en la iniciativa de los Soccer Camps of American. Los campus de entrenamiento del Cosmos. Prueban y repiten.

Pedro Andrés adiestraba a los niños que se enrolaban en aquellos cursos con el sueño de ser porteros. "Llegaban jóvenes de Australia, Sudáfrica, Brasil... De todo el mundo", enumera. Sucumbían al magnetismo de las estrellas que el Cosmos empleaba como reclamo, cada una con su propio curso: Pelé Soccer Camp, Chinaglia Soccer Camp, Carlos Alberto Soccer Camp.... El olívico trató en persona a aquellas figuras. Recuerda detalles: "Los niños iban corriendo a Pelé y lo abrazaban; iban corriendo a Beckenbauer y se quedaban parados a dos metros por el respeto que inspiraba. Es curioso cómo se transmite la personalidad".

Andrés se independizaría después. Construiría una larga carrera dedicada a la formación. Curiosa aventura vital de alguien que bromea sobre el origen de todo: "Empecé de portero porque era demasiado malo en los demás puestos".