Lleida ha de mencionarse. "Yo no dejé solo al Celta", rezaban las camisetas de los aficionados aquel 18 de junio de 2005. En la ciudad catalana vivió el club vigués su último ascenso, en circunstancias particularmente tensas. La alineación indebida de Toni Moral había destrozado lo ya conquistado en Jerez. La derrota posterior ante el Eibar situaba a los celestes ante el todo o nada. Los goles de Jandro y Perera evitaron el cataclismo. El delantero, hoy en el Atlético Baleares, y el mediapunta, en el Girona, confían ciegamente en que disfrutarán desde la distancia de un nuevo ascenso celeste.

Jandro ha podido medirse al equipo vigués en el actual ejercicio. "No he podido ver muchos partidos suyos porque casi siempre coincidimos. Pero de nuestros enfrentamientos me ha quedado la impresión de que Celta y Valladolid son los mejores de la categoría, aunque sea el Deportivo el que ya ha ascendido. De Lucas, Aspas, Toni... Son grandes jugadores. Se merecen ascender".

Al asturiano le parece viable y legítimo el empate con el Córdoba: "Yo, en esa situación en que te sirve el empate, jugaría con mucho cuidado. Me parece lógico. Siempre habrá especulaciones de otros rivales". Para Perera, "los otros han tenido 41 jornadas para depender de sí mismos. El Valladolid pensaría de forma diferente si hubiese ganado en Alcorcón. Cada uno ha hecho su trabajo".

"Bota de oro, Perera, bota de oro". El cántico nació en aquel tiempo. Perera y Jandro habían construido una fructífera sociedad en la temporada 2002-2003 para llevar al Albacete a Primera División. En Vigo intercambiaron los papeles. Fue el extremeño el que llegó cedido a mitad de campaña. El que impulsó al conjunto con sus goles y cerró la cuenta en el Camp D´Esports.

Es la imagen de aquel ascenso. El 0-2 que desata la euforia de los hinchas. Algunos saltan la valla, se abrazan al extremeño, que reconoce: "Sentí cosas inexplicables. Un ascenso te supone mejoras económicas y deportivas. Pero el dinero se gasta. Los recuerdos, no. Esto se queda en la historia".