El Celta olisquea el ascenso. Los vigueses solventaron ayer la primera de las cuatro finales que les separan de ese cielo del que fueron expulsados hace cinco años y al que sueñan con volver. La goleada sobre el Alcoyano acorta el camino y pone de manifiesto la tranquilidad con la que los de Herrera viven estas angutiosas horas. Agarrado a un gol tempranero de Alex López; al talento de Aspas y Orellana y al oficio de futbolistas como Bermejo, el Celta borró una de las fechas del calendario y dio una semana más alas a las esperanzas de sus aficionados.

La distancia que separa ambos equipos tardó un solo minuto en agigantarse, el tiempo que necesitó el Celta en acercarse por el área de Dorronsoro. Provocó un saque de esquina que acabó con el balón despejado hacia la frontal del área. Por allí apareció Alex López, un gran chutador de distancia que no ha tenido suerte esta temporada. Pero hay momentos en los que todo parece llenarse de señales que anuncian la llegada de un tiempo nuevo. El ferrolano enganchó de forma impecable el balón a dos palmos del suelo. El lanzamiento no cogió altura, cruzó el área en un pestañeo y se estampó en la red tras golpear con violencia el poste derecho de la portería de los alicantinos.

El gol tuvo un efecto sedante en el Celta que se adormeció de forma involuntaria convencido de que el Alcoyano no iba a crearle muchos dolores de cabeza y que sus declaraciones de la víspera, anunciando el desastre en Balaídos, no eran una simple pose. Los de Herrera se dejaron llevar a la espera de que las oportunidades fuesen cayendo de su lado. Era evidente que sucedería de forma natural porque los dos equipos hablaban idiomas diferentes. Ni los cambios en la alineación de Herrera €volvieron Bustos, De Lucas y Bermejo con respecto a la alineación de Guadalajara€ afectaron al desarrollo del partido. El estilo de Bustos y el discreto momento de Quique De Lucas le restaron fluidez al juego, pero ayer no era un día para elaborar en exceso porque el rival no lo exigía. Bastaba con el tradicional puño de hierro y eso es lo que hizo el Celta, esperar el momento para atizar. Por eso importaron bien poco los casi veinte minutos que tras el 1-0 los vigueses se pasaron deambulando por el campo sin amenazar en exceso a Dorronsoro. Pero pasado el ecuador del primer tiempo volvieron a cargar y el rival cayó redondo.

El segundo gol es un monumento que define a un profesional llamado Mario Bermejo, un tipo que a los 33 años ha asumido un papel fundamental pero oscuro en el Celta y que le obliga a multiplicarse y a correr y pelear como un juvenil en busca de una oportunidad. Él es una de las razones de que los vigueses estén cerca de abrir la puerta de la Primera División. En el minuto 27 peleó un balón largo de Sergio, resistió la embestida del defensa, le ganó la pelea, acomodó la pelota con el pecho y nada más aterrizar en el suelo dejó a Aspas mano a mano con el portero con un pase maravilloso. Músculo y caricia en la misma jugada. El de Moaña, tocado por los dioses en estas horas, sorteó al meta y marcó a puerta vacía. Pero la jugada define a un legionario del fútbol, a un soldado que se pone una camiseta y demuesrtra que conoce su oficio.

Luis César demostró entonces su personalidad. Lejos de proteger el 2-0 y limitarse a evitar que la avería fuese mayor cambió a todo el cambio y le dio un carácter más ambicioso. Le planteó al Celta un viaje de ida y vuelta hacia las áreas. Un tiro al aire que lo normal es que termine con una cornada de grandes consecuencias. Celta, Deportivo y Valladolid están a otro nivel en Segunda. Salvando las distancias, con ellos sucede como con el Madrid y el Barcelona en Primera. Herrera movió el banquillo también en busca de frescura y pensando en que algunos de sus jugadores deben descansarde cara al miércoles. Entraron Joan Tomás y Toni y el Celta encontró a los elementos ideales para jugar el partido que proponía el Alcoyano. En espacios abiertos y rodeados de socios a los que arrimarse emergieron jugadores como Orellana y Aspas para provocar un incendio en cada llegada. Puede que al equipo le faltase el poso de otros días. Les podía el ansia por llegar y marcar. Eso hizo perder numerosas ocasiones de un Celta al que siempre sostuvo Alex López que fue quien volvió a encontrar la portería en una jugada confusa que había iniciado Aspas con una maravillosa maniobra sentando a dos rivales con sus cambios de velocidad. Al partido aún le faltaba el último guiño genial. Fue en una combinación de Joan Tomás y Orellana que en unos pocos metros cuadrados reventaron con una pared a la defensa rival. El chileno, ante el portero, levantó el balón con una calidad asombrosa. Una goleada para acercar el cielo.