La implacable biología le arrebata al Celta un anclaje con su pasado mítico. Ha fallecido Francisco Bao Rodríguez. A los 87 años se ha quebrado su hercúlea resistencia, que le granjeó el apodo de "Sansón". Queda inscrito como tal en los registros futbolísticos. Nombre recitado junto a otros: Nolete, Toro, Cons, Varela, Chicha, Machicha, O´Donell... Retahíla pronunciada con devoción para aquellos con memoria precisa. Es la plantilla que se estrenó con el club vigués en Primera División, en la temporada 1939-1940. Sansón añade otro dato a su leyenda: debutante más joven de la historia en la máxima categoría, no ya como celeste sino en términos absolutos. Ya que extinta su carne, sigue vivo en la estadística inmortal.

Hoy se habla de Rubén, el joven arquero de 16 años que ejerce de segundo de Sergio Álvarez durante la convalecencia de Yoel. Sansón no necesitó alcanzar esa edad. Debutó el 31 de diciembre de 1939 en el campo del Sevilla. Despidió aquel año con un gozoso 1-4. Se presentó en sociedad a lo grande, como titular. Acumulaba 15 años y 255 días de existencia.

El Celta lo había captado en las filas del Vigués. Un mozalbete fornido que intentaba olvidarse de las miserias de la época dándole patadas a un balón. Aunque la guerra había pasado de largo, seguía cobrándose su peaje de paseos y cunetas. Sansón había nacido (20-4-1924) en Lavadores, la Rusia Chica para las recién instauradas autoridades franquistas, que la querían purgar de rojerío.

Contó su historia Fernando Gallego, exjefe de Deportes de FARO, que lo entrevistó para su libro "R.C. Celta. 75 años de historia" y lo presenta como "persona a la que no gusta el protagonismo". Sansón cuenta: "Sigo pensando todavía que me llevaron al Celta por mi fortaleza física. Evidentemente me llevé una gran sorpresa. No recuerdo grandes cosas, pero lo cierto es que todos me ayudaron mucho".

Aunque rápido en su debut, a Sansón le costó lograr estabilidad en el conjunto celeste. "Me dijeron que no tenía la edad suficiente para jugar en Primera y con poco más de 17 años me busqué la vida en otro lugar, aunque muy a pesar de mi familia". Inició una década de dolorosa emigración por diferentes escuadras, como la Cultural Leonesa y el Sporting.

Y al cabo, ya maduro, regresó a donde ansiaba. Volvió a jugar en el Celta entre 1950 y 1955. Años de Primera que retenía como "una etapa inolvidable". No estaba entre los más asiduos (9 partidos en la temporada 1950-51, 8 partidos: 1951-52; 20 partidos: 1952-53; 1 partido: 1953-54; 2 partidos: 1954-55). Pero sí le resultó útil tanto a Iragorri como a Zamora, los entrenadores de aquel tiempo, que lo empleaban para cualquier menester. "Jugué de defensa, medio y delantero", resumía Sansón.

Colgaría las botas en el Jerez, bien pronto. Afirmaba haber rechazado una oferta del Celta de medio millón de pesetas por cinco temporadas de contrato antes de irse al club andaluz. "La verdad es que puede haber ganado más dinero. El fútbol de hoy es un gran negocio (...) aunque soy de los que creo que el jugador, cuando está en el campo, no está pensando en el dinero".

Sansón añoraba el fútbol que él conoció, de borceguíes y pañuelo atado a la cabeza, "sin esas tácticas defensivas que hay ahora", denunciaba a finales de los noventa. Entonces y hoy su nombre ha de pronunciarse cuando se debata sobre jugadores precoces. Bao espera ya al otro lado de la vida quién le arrebate el récord. Antes que él no estuvo nadie.