Volvió el celtismo a Santo Domingo, lugar de auge y declive la pasada temporada. Al campo del Alcorcón acudieron 2.000 aficionados en la Liga anterior, entusiasmados con un equipo que ocupaba puestos de ascenso directo. La contundente derrota fue un golpe moral terrible. La escuadra iniciaría un lento penar hasta el play off.

Pero hubo valientes que aprovecharon esa semana de festivos intercalados para desafiar a ese mal recuerdo. Fueron al menos quinientos. En uno de los laterales, pancartas de la Pela de Burela y de Comando Celta. Rasgando el aire, los cánticos tradicionales. En general, buen ambiente, pese al enfado de los seguidores locales con el árbitro por dar manga ancha a un juego físico que es en realidad el que propone su propio equipo. El punto premia el esfuerzo celeste.