Álex Guntín, de 5 años, sonríe o parece dormitar. Se agita como en sueños. Sus manos aletean. Siempre combate. La existencia le ha resultado una carrera de obstáculos desde que nació. Afectado de parálisis cerebral, su familia lo impulsa. Exprimen sus escasos recursos para que mejore su calidad de vida. Oubiña homenajea su tenacidad. El capitán céltico le entregó ayer una camiseta firmada por toda la plantilla, con la que se fotografiará mañana.

A Álex le faltó oxígeno en el parto. Los pronósticos eran fatales. Ni siquiera podía respirar. Ganó su primera batalla sobreviviendo a dos meses de UCI. Su lesión enemiga se enreda en complejidades técnicas: leucomalacia periventricular con tetraparexia espástica. Lo concreto es la incapacidad de hablar, el daño del nervio óptico, la atrofia de su cuerpo.

La Seguridad Social cubrió el tratamiento hasta los 3 años. Cumplidos, se da por supuesta su integración a través del sistema escolar. La realidad difiere. Su horizonte era la soledad, un profesor de apoyo... Vanesa y Aitor, sus padres, no se resignaron. Ni siquiera pese a la fatiga del bolsillo. Llevan a Álex a Amencer, institución educativa pontevedresa especializada en enfermos de parálisis cerebral. Exploran todas las posibilidades que la ciencia les concede.

Supieron de una técnica novedosa que se practica en Rusia. Llegaron a plantearse el traslado a ese país. No fue necesario. Especialistas se han trasladado a Madrid y Barcelona. Y en Madrid, en la Clínica Los Madroños, operaron a Álex este verano. En esencia, se libera la tensión en varios puntos musculares mediante cortes. Una intervención que deberá repetirse una o dos veces en la fase de crecimiento. Además, corrigieron el pie equino, que le condenaba a las puntillas, y la retracción de una rodilla. "Verlo pisar ya da gloria", relata Vanesa. Sus cortos paseos, con ayuda por falta de equilibrio, llenan los días de luz.

La chequera se despuebla. 4.000 euros por operación. Ahora toca un tratamiento de fisioterapia intensivo. Vanesa dedica todas sus horas al cuidado de Álex. Viaja con él cada día a Santiago, donde también recibe sesiones de logopedia, estimulación visual, terapia ocupacional, neuropsicología y piscina. Solo en peajes se les van 600 euros al mes. Vanesa cobra la paga estipulada en la ley de dependencia. Aitor, empleado del sector naval, se ha quedado en el paro: "Es muy triste que solo puedas ayudar a tu hijo si tienes dinero".

Recurren a la sociedad civil. Se han organizado festivales en Bouzas, Porriño y Mos para recaudar fondos. Han abierto cuenta en Novagalicia (2080 5016 06 3000309850). Piden donaciones de un euro. Apuran porque la capacidad de absorción del cerebro disminuye a partir de los diez años. Álex se remueve en su silla. Le inquieta el ruido. Después se relaja su semblante. El ángel sestea. El fiero guerrero jamás se rinde.