Conocí a Paco Herrera haciendo el curso nacional de entrenadores durante todo un mes de julio en Albacete, hace algo más de veinte años. Allí coincidimos con Rafa Benítez, Gregorio Manzano o Lillo entre otros muchos. Él no se acordará de mí, porque no he llegado al fútbol profesional; yo sí me acuerdo de él. De una primera impresión superficial, tuvimos poco trato, me pareció una persona de buen talante y con deseos de aprender. Imagino que habrá reflexionado bastante sobre el oficio de entrenador y sabrá que dos de las virtudes esenciales de este trabajo son justicia y coherencia deportivas, es decir, por indicar un par de principios: si un jugador entrena bien debe tener alguna oportunidad o si le prometes un papel concreto dentro de la plantilla y del equipo, debes cumplir.

Conozco la trayectoria de Borja Oubiña antes y después de Birmingham. Su proyección era tan evidente en el filial que su subida al primer equipo ya se produjo demasiado tarde. Tuvo que ser Radomir Antic, en su breve estancia, el que le diese la oportunidad, pues Lotina no se distingue precisamente por sacar jugadores de la cantera. Aun así, siguió progresando, convirtiéndose en un futbolista fundamental dentro del equipo y alcanzando la internacionalidad, lo que le lleva a fichar por el equipo inglés. Pero llegó esa fatídica lesión de rodilla y su vida cambió. Por fin, después de recorrer un túnel muy largo y demostrar una extraordinaria entereza y madurez, se recupera de la lesión y los médicos dicen, en la temporada pasada (2010-2011), que está en condiciones de jugar. Ahí empieza otro calvario para él. Una lesión tan grave como la suya necesita muchos minutos de muchos partidos (meses) para convertirlo en un futbolista sólo parecido a como era antes. Con Paco Herrera no tuvo esa oportunidad la temporada pasada. Una vez terminado el partido de Granada con la enorme decepción de la derrota y la eliminación en los penaltis, en el mismo vestuario de Los Cármenes, Paco Herrera habla con Borja Oubiña, le promete la titularidad, con descansos para recuperarse, y quiere que sea uno de los líderes del equipo.

Se jugaron cuatro partidos de liga, Oubiña sólo participó en algunos minutos finales, con el agravante de que da la impresión de que el entrenador, en la rueda de prensa posterior al partido contra el Elche, lo culpa de la derrota y lo castiga no dándole un solo minuto ante el Almería.

Borja Oubiña es un celtista, patrimonio del club, con más calidad que cualquiera de los centrocampistas que juegan. Es necesario recuperarlo por el bien del Celta.