Las jornadas previas a un derbi sirven para que cada bando rebusque en la historia aquellos precedentes que refuercen su confianza. Casi noventa años de duelos proporcionan ejemplos sobrados para lo que se pretenda. En punto a guarismos que inflamen el pecho, los archivos favorecen al Celta, aunque sea buceando en lo más profundo de la existencia en común. Las dos escuadras se ametrallan goleadas. La más amplia, la única con cifras dobles, encumbra a los celestes. El 2 de diciembre de 1928 el Deportivo caía en Coia por 13-0. Choque que encendió los ánimos incluso en una época de templanza y contención, herencia anglosajona.

Fue en el último partido oficial antes de la mudanza a Balaídos. Se medían los dos equipos en el Campeonato Gallego, torneo que existió y concentró las energías de 1905 a 1940. El conjunto coruñés había vencido el 25 de noviembre en su casa por 1-0. Resultado que debió desatar su euforia. Manuel de Castro, Handicap en los papeles, uno de los padres fundadores del Celta y periodista de FARO, relata: "Pensábamos en el bien que habían hecho al equipo local ciertos cronistas del otro "coté", hablando de la decadencia del football vigués". Según Handicap, los analistas del norte "ponían al football de la parte sur de la región en completa liquidación". Añadían, dice, que "el Celta había pasado a la historia".

Craso error, apunta Handicap: "Hemos pensado ante todas esas injusticias y poco piadosas opiniones lo bien que nos ponían el match de Coya. Nosotros en football estudiamos un poco su psicología y en nuestro fuero interno nos felicitábamos de esa compaña y solo deseábamos que el viejo león de Coya, zaherido y azuzado por sus rivales, se desperezase de su letargo y, sacudiéndose la melena, saltase a la vieja "catedral" para castigar con sus zarpazos a los que no respetaban sus prestigios, ni sus tradiciones, y proclamase que no estaba caduco".

Metáfora felina para anticipar lo sucedido. El Celta salió en tromba, sin que el fallo de Cabezo en un penalti le afectase. Pareditas abrió el marcador. Chicha arrolló a los contrarios en el segundo. Vega anotó el tercero. Para entonces el juego se había endurecido. El zaguero visitante Graci se retiró lesionado. El local Reigosa fue expulsado por una entrada peligrosa a Alfredín.

El descanso, antes que aquietar los ánimos, contribuyó al delirio. Ya hubo cruce de gestos con la hinchada en la retirada. "Ademanes reñidos con la más elementa educación"; denuncia Handicap de los contrarios. El Celta regresó después a la cancha con diez jugadores; el Deportivo, con ocho. Isidro, Otero y Lameiro no comparecieron, se cuenta en estos pagos que por voluntad propia y para justificar la derrota que se preveía. "E a cada goal que o Celta marcava, um home do Coruña se marchava (sic)", dice la tira cómica de Rei. No tuvo el Celta piedad. El 13-0 a la conclusión lo refleja.

El fútbol empezaba a despojarse de su alta costura. Cundía la moda, por ejemplo, de silbar al contrario, lo que antes no podía concebirse, aunque hoy se quede en tibieza. Primeros pasos de una rivalidad que se reinicia eternamente.