El Celta sigue en el alambre. Pasan las semanas y el conjunto vigués parece caminar de forma inevitable hacia un final de Liga lleno de angustia y apuros. En gran medida todo dependerá de lo que suceda hoy por la mañana en Vallecas entre el Rayo y el Xerez. El triunfo de los andaluces convertiría la visita a Chapín de dentro de una semana en un drama del que los vigueses podrían salir, en el peor de los casos, con un solo punto de margen para afrontar la última jornada de Liga. Un drama que además supondría un desgaste exagerado para un equipo que no está precisamente sobrado de fuerza mental.

La culpa de esta compleja situación la tiene el enésimo tropiezo del Celta en Balaídos donde no gana desde el pasado 19 de febrero cuando Michu resolvió en el descuento el partido ante el Tenerife. Los aficionados vigueses llevan tres meses sin ver ganar a su equipo en casa y eso, tradicionalmente, se lleva por delante cualquier clase de aspiración.

Lo peor ya no es, como ayer, que el Elche se lleve un empate de Vigo sin necesidad de hacer un gran despliegue, sino las sensaciones preocupantes que por momentos ofrece el Celta. Herrera ya insistido mucho durante las últimas jornadas en fortificar al equipo para frenar la sangría de puntos y por ello tomó la decisión de cambiar el sistema y fiarlo todo a los tres centrales. Sin embargo el equipo sigue ofreciendo una debilidad preocupante en defensa que, como ayer, les lleva a regalar dos goles de mala manera justo cuando el partido pedía a gritos un mínimo de solidez y madurez.

Los errores en defensa tiraron por la borda un partido decente del Celta el día en que Paco Herrera devolvió a la titularidad su tradicional "tridente" a los que estaba llenando el depósito en el banquillo. La presencia de Trashorras, De Lucas y David cambió al equipo que se alejó del pelotazo a Michu como método de trabajo y optó por elaborar de nuevo el juego. Dio resultado de salida porque el Celta se mostró enérgico en el arranque y Trashorras aportó esa tradicional lucidez para jugar entre líneas y lanzar sobre todo a David al que siempre le faltó un metro para cazar los envíos. Los laterales, instalados en el centro del campo con el nuevo sistema, llegaron a la línea de fondo de forma frecuente y la cuestión es que el Celta pareció recuperar el hambre perdida. Dispuso David de una ocasión clara en el minuto nueve y Jaime, meta del Elche, tuvo que intervenir en varias ocasiones para desactivar un par de llegadas peligrosas. Pintaba bien el partido para los vigueses. Todo parecía funcionar:_los pivotes robaban y entregaban rápido, los costados estaban bien ocupados y los tres de arriba se mostraban dinámicos y solidarios.

El problema estaba atrás donde cada balón que agarraba Ángel provocaba un incendio. Ya sucedió en el primer minuto de juego en el que Ortega le agarró cuando enfilaba la portería de Yoel. Fue el primer aviso de un festival del delantero, que martirizó a los centrales con su movilidad e inteligencia. Herrera ha trabajado de forma insistente con los tres centrales, pero al equipo le cuesta adaptarse. Vila, Ortega y Túñez sufren para hacer las coberturas a los laterales y les falta una pizca de velocidad para competir con delanteros como Ángel. Si a eso añadimos que Yoel ayer tuvo un día negro parece que nada bueno podía ocurrir. Cuando se acercaba el fin del primer tiempo Kike Mateo penetró en el área con la mirada cómplice de los centrales y puso un centro que Yoel dejó en el centro del área de forma absurda. Cristóbal agradeció el regalo y fusiló.

El gol dejó atontado al Celta que salió al segundo tiempo con el recuerdo fresco del empate en la memoria. Se notó en el juego. El Elche se fue haciendo dueño del medio del campo mientras los vigueses se iban consumiendo poco a poco. Ya no aparecía Trashorras como en el primer tiempo, David y De Lucas eran un par de islas en ataque y el equipo parecía más preocupado por proteger su portería que por buscar la del Elche. Pero entonces, pasada la hora de juego, se produjo una de esas jugadas que durante la primera parte del campeonato tuvieron al Celta en lo alto de la clasificación. Recogió un balón Trashorras que con un simple toque de clase envió hacia David que estaba rompiendo la línea defensiva del Elche. El delantero, mano a mano con el portero, entregó a De Lucas para que marcase a puerta vacía. Un instante de lucidez, un detalle de clase del "tridente"_que volvía a conectar para situar al Celta a un paso de asegurar su presencia en el play-off.

Pero fue entonces cuando los de Herrera confirmaron que sus problemas están lejos de desaparecer. En un momento en el que el equipo necesitaba madurez, experiencia, firmeza y seguridad, sucedió que el Celta se transformó en un flan al que el Elche fue empujando hacia su portería. Reforzó Bordalás su ataque con Perera, introdujo cambios Herrera en sus delanteros, pero el problema era la línea defensiva que, aun por encima, acababa de perder a Roberto Lago por un codazo de un rival. Le temblaron las piernas a todo el mundo, se asustó el Celta de que las cosas le pudiesen salir bien y ocurrió lo peor. Un centro desde la derecha se lo comieron los centrales de forma infame y Angel enganchó un cabezazo extraordinario al que Yoel no pudo echar el lazo. Faltaban cinco minutos para el final y quedó claro que el Celta aún está lejos de recuperarse.