El Pilotes Posada Octavio vuelve a casa, a su sitio entre los grandes del balonmano nacional. Lo hará por la vía liguera en escasas semanas, salvo hecatombe. Y como aperitivo, participa en la Copa del Rey, una gesta burocrática, de fina orfebrería en los despachos, que lo convierte en el primer equipo de División de Honor B que disfruta de tal privilegio. Con los deberes hechos, sin más presión que agradar a los aficionados, los chicos de Quique Domínguez apuestan por el milagro hoy ante el Cuatro Rayas Valladolid.

Al presidente del Academia Octavio, Javier Rodríguez, le corresponde el mérito de la presencia de su equipo en el cuadro. No se resignó a que Antequera se llevase la Copa de 2010, que le habían prometido a él. Su ira divina obró prodigios. Le dieron la de 2011 por unanimidad en las asambleas de Asobal y Federación y, con el Pilotes al borde del descenso, le aseguraron la participación del anfitrión. Hoy adquieren toda su valía las maniobras de aquellas jornadas.

La Copa del Rey, en el inicio del actual proyecto, se incluyó como un recreo para la plantilla. Importaba más la trascendencia social del evento. De hecho, a nivel competitivo podía distraer energías a la plantilla académica en una fase crucial de la campaña. Por fortuna, el Pilotes ha acelerado de forma conveniente en las jornadas anteriores. El triunfo ante el Obearagón deja a los vigueses con cuatro puntos de ventaja sobre los oscenses con diez por disputarse, el average particular igualado y el general a su favor. Solo la lesión de Cerillo, el máximo goleador de la plantilla, puede generar alguna inquietud respecto al ascenso. El Pilotes disputa tres de los últimos cinco choques en casa, donde firma el pleno.

La ausencia de Cerillo, que se ha roto el ligamento cruzado de la rodilla derecha y no reaparecerá hasta la próxima temporada, es el principal contratiempo tanto deportivo como moral para el Academia Octavio. Sus compañeros quieren ofrendarle un buen espectáculo ante el Valladolid. Quique Domínguez invita a los suyos a disfrutar, siendo fieles al estilo dinámico que caracteriza al equipo. Las pequeñas o grandes molestias de la época, como las que padecen Montávez y Macías, se diluyen entre las endorfinas.

Es al Valladolid al que corresponde el papel de claro favorito y la presión que conlleva. Pastor ofrece el discurso esperado: "Hay que hacer un partido serio porque ellos no tienen nada que perder". Por mucho que lo repite, no deja de temerse que sus hombres, recién eliminados de la Champions, caigan en la tentación de sestear ante el Pilotes y conservar fuerzas pensando en el cruce de semifinales. Ángel Romero está ausente. Joli y Fernández son duda.

El Valladolid iguala al Pilotes en velocidad y lo supera ampliamente en fortaleza y estatura. Será difícil frenar a sus cañoneros con el 6.0. La única senda hacia lo impensable es liarlo en la guerra de guerrillas, en esa maraña de cruces y amagos que Montávez, Cacheda, Fran González o Polakovic practican. La gloria, con todo, es verlos competir con los pucelanos y saber que el año que viene volverán como rivales en la Liga Asobal.