El empate en Granada fue un espejismo. El Celta continúa en la crisis de resultados que le ha llevado a perder cuatro de sus últimos cinco partidos. El de ayer, ante el Recreativo de Huelva, un equipo que llegaba a Vigo con la urgencia de sumar algo para escapar de las profundidades de la clasificación, comenzó a tirarlo por la borda en una acción absurda de Falcón. El guardameta agredió a un rival y fue expulsado a los 38 minutos. Seis después, Yoel encajaba el primer gol de una noche que los célticos necesitan olvidar cuanto antes por higiene mental. El Betis, si la Liga lo permite, les espera la próxima semana con ganas de dejarlo definitivamente fuera de la lucha por las plazas de ascenso directo.

arranque sin tensión

El Recreativo se mantuvo fiel al guión que esperan de él en Vigo. Salió muy arropado, con dos líneas de cuatro muy juntas y dos jugadores avanzados que salían con velocidad cuando sus compañeros robaban un balón o se aprovechaban de una mala entrega de los célticos. A los cinco minutos, Pablo Sánchez probó a Falcón con un lanzamiento que el guardameta del Celta envió a córner. El equipo vigués tardó un cuarto de hora en alcanzar la línea de fondo rival y media hora en realizar el primer lanzamiento, que Trashorras envió alto. Los célticos salieron sin la tensión necesaria para arrinconar a los onubenses, que se sentían demasiado cómodos ante un adversario que tampoco arriesgaba en los pases al hueco.

sin paciencia

La víspera del encuentro, Herrera insistía en que su equipo necesitaba una gran dosis de paciencia para jugar ante un rival que no arriesgaría y que buscaría un fallo ajeno para asestar un golpe mortal. De alterar los nervios de los celestes se encargó el portero Fabricio, que comenzó a dormir tanto los saques con el pie que se ganó una tarjeta. La acción alteró al público y de ello se contagió el equipo de Herrera. Porque el codazo que soltó Falcón a Juan Villar obedece a un estado de tensión que los célticos son incapaces de superar desde que perdieron en casa ante el Huesca. Yoel será el que tenga que situarse bajo los palos en el Benito Villamarín la próxima semana, si la LFP finalmente suspende el cierre patronal anunciado para esa jornada.

Miedo escénico

Al revés que otros rivales que luchan por el ascenso, el Celta desaprovecha la ventaja de jugar en casa. Parece que sufre el miedo escénico que tendría que infundirle a los que lo visitan. Así, como local es uno de los equipos que están en mitad de la tabla por los puntos acumulados en lo que va de temporada (27). Desde que comenzó el nuevo año lleva dos victorias ante su afición (Numancia y Tenerife), a la que no le brinda una alegría desde la agonía que supusieron los tres puntos contra los tinerfeños con el gol de Michu en el minuto 90. De eso ha pasado casi mes y medio.

otras fórmulas

Los de Herrera necesitan reinventarse si desean seguir aspirando a una plaza de ascenso directo. Su sistema ofensivo se ha desmoronado en las últimas jornadas. Trashorras, De Lucas y David Rodríguez no protagonizan una jugada de gol desde la goleada al Numancia, a principios de febrero. El delantero de Talavera marcó su último tanto ante el Huesca, pero en los minutos de descuento y cuando el rival ya festejaba el triunfo.

Al revés

Y sin pegada, el equipo entra en un estado de autodestrucción. Todo le sale al revés. Ayer no funcionó la apuesta de Bustos como lateral derecho y Oubiña necesita que no le carguen de tanto trabajo tras su larga ausencia. Herrera tendrá que tomar medidas drásticas para salvar el barco.