David Monreal y su compañero en las labores técnicas, el All Black Norman Maxwell, son los orfebres que han creado este Iveco milagroso. La pareja arribó en verano con un proyecto a medio plazo bajo el brazo. Una escuadra de rugby es de química delicada. Monreal calculaba que los progresos se percibirían en el segundo año. "Me siento orgulloso", repite una y otra vez. "Tukaki, Blanco y Eyre han dado al equipo el salto de calidad. Pero la gente de casa ha sido imprescindible. Han mejorado mucho técnica y tácticamente. Su trabajo ha sido increíble, de un nivel muy elevado".

Monreal siente que el Iveco está calando en la ciudad, que el rugby se hace un hueco. "La gente de Vigo nos tiene presentes, sentimos su apoyo. Nuestro juego tiene mucho que ver. Su dinamismo se contagia. Todo el rato sucede algo. Atacas y defiendes. No es tan aburrido como el fútbol".

Tiempo habrá para planificar la próxima campaña, aunque las directrices que el tándem técnico se marca son claras. "Nos gustaría conservar el bloque. Se ha creado un grupo que trabaja muy a gusto", explica Monreal. "Todos se entregarán al máximo. Podemos reforzarnos en ciertos puestos, pero sólo si nos aportan. No traeremos mediocridades".