Al presidente del Iveco Universidad de Vigo, Ramón Babé, le llegan mensajes de felicitación de todos los clubes gallegos. Babé se siente desbordado. Apenas se atrevía a imaginar lo que ha sucedido. El club al que tanto ha dedicado cumplirá su vigésimo quinto aniversario en la máxima categoría. Un regalo inigualable para sus bodas de plata. Babé repasa los tiempos de penuria y echa cuentas: "Ha merecido la pena".

Aunque a Babé, en realidad, se le multiplica el trabajo. La División de Honor implica que la estructura del club crezca. La mayor dureza del juego, traducida en lesiones, obliga a tener una plantilla más amplia. En la actual, sólo cuatro jugadores tienen sueldo; los demás se contentan con las dietas. Los gastos aumentarán. El Vigo Rugby ha dispuesto este año de un presupuesto de 180.000 euros. El año que viene necesitará entre 350.000 y 400.000, cifra que lo dejaría entre los más modestos. Aunque hay mucho que estudiar. "La verdad es que muchas cosas se me escapan. Es todo nuevo", confiesa Babé. "La temporada, tal y como había comenzado, ya era un éxito. Pero todo se ha ido acelerando, el equipo ha ido creciendo y a todos nos ha pillado un poco de sorpresa".

De hecho, ni siquiera se puede descartar que el Universidade renuncie a su plaza en último caso. "No vamos a hacer locuras ni a ensuciar el nombre que nos hemos ganado. Sólo saldremos a competir si podemos hacerlo de forma digna".

La confección del nuevo proyecto, a nivel deportivo, queda en manos de David Monreal y Norm Maxwell. "Ellos nos dirán qué necesidades habrá que cubrir", confirma Babé. Es el detalle. La filosofía está clara: mantener a los extranjeros actuales, dar continuidad al bloque, incidir en el trabajo de las categorías inferiores... Y aprovechar que el Iveco se ha convertido en el referente de Galicia. Ramón Babé lo expresa: "Nos gustaría que los jugadores gallegos más importantes se viniesen a jugar a Vigo".