Celta 1 - Salamanca 0
El Celta muestra su cara más sufrida
El equipo vigués despide el año con un trabajado triunfo ante el Salamanca
JUAN CARLOS ÁLVAREZ - Vigo
Hay partidos que se resumen en los gestos que provoca el pitido final. Silbó el colegiado en Balaídos y los jugadores del Celta regalaron gestos y abrazos más propios del mes de junio que de una fría tarde de invierno en que los puntos parecen tener menos trascendencia. Habían ganado al Salamanca, pero los vigueses tenían la sensación –como todo el estadio– que el triunfo suponía mucho más que tres puntos por el simbólico momento en que se produce –justo antes de irse de vacaciones– y por el terrible sufrimiento que hubieron de soportar para asegurar una victoria que en el primer tiempo parecía sencilla por la superioridad mostrada por los de Paco Herrera.
Todo el partido giró alrededor de la caprichosa decisión del árbitro en el arranque del segundo tiempo cuando dejó al Celta con diez hombres tras mostrar la segunda amarilla a Murillo por una mano. Hasta ese momento el partido había sido un paseo campestre para el Celta que de forma incomprensible sólo mandaba por un gol en el marcador. Los de Paco Herrera se encontraron con el paisaje ideal para sus condiciones porque el Salamanca –atrevido, casi osado–, planteó un partido muy abierto, distanció sus líneas y lejos de encerrarse en su campo a esperar a los célticos como la mayoría de los equipos de la categoría, eligió la opción más arriesgada y salió a combatir a campo abierto. Un caramelo para el Celta que le desbordó por todas partes mientras los charros perseguían sombras por el campo. En el día en que Herrera recuperaba su alineación habitual, con David y De Lucas en punta, el Celta vivió de la infinita producción que genera Alex López. A estas alturas ya no hay dudas de que es el hombre de la temporada en Vigo y su actuación de ayer es de las más descomunales que ha visto Balaídos en muchas temporadas. Su influencia en el juego del equipo es cada vez mayor y ayer estuvo en casi todo lo bueno que hizo el Celta en uno y otro campo. De su mano y con las gotas de calidad que fue dejando Trashorras el equipo vigués comenzó a generar ocasiones que se fueron al limbo por el desajuste que David Rodríguez parece tener en su mira. A él y a De Lucas parece que les vendrá bien el parón navideño porque han perdido frescura y velocidad en las últimas semanas. Herrera trató de reactivarlos con la suplencia, pero aún quedan varios pasos para recuperar su mejor forma. La cuestión es que el Celta fue atornillando al Salamanca, pero sin superar al eficiente Biel Ribas, un notable guardameta. El espacio concedido por los castellanos se convertían en autopistas por las que los vigueses circulaban a toda velocidad camino de la portería rival, pero allí se apagaban las luces. Hubo un gol anulado a De Lucas, dos remates fuera de David inexplicables, un par de buenas paradas de Biel, un disparo fuera de Trashorras, otro de De Lucas. Parecía que el partido estaba condenado a llegar 0-0 al descanso hasta que Trashorras se decidió a pisar el área rival. Recibió un pase de De Lucas, aguantó la entrada del defensa con frialdad y calidad y superó a Biel por alto.
Nada anunciaba complicaciones en el segundo tiempo, sobre todo porque en el primer minuto David Rodríguez volvió a disponer de una ocasión clarísima que se le escapo de manera incomprensible. El paraíso se nubló al minuto siguiente con la expulsión de Murillo. De golpe pareció que el Celta jugaba con tres menos. Ayudó Herrera al retirar a Trashorras –el hombre que más y mejor puede mantener la posesión– porque el equipo se desconectó por completo. Se sintió vulnerable y fue dando pasos atrás hasta meterse en su área. El Salamanca movió bien el balón, buscó las bandas y fue acogotando a los célticos que no sabían cómo salir de aquel acoso. Estaban jugando una clase de partido en el que no saben moverse y sufrieron como perros para proteger el 1-0. El esfuerzo de Alex López y Bustos pasó a ser asombroso. Pero el equipo resistió, apretó los dientes y dio la impresión de que no protegían los tres puntos sino mucho más. El árbitro les dio tregua al equilibrar el partido y el Salamanca dejó de empujar porque había llenado el equipo de delanteros y necesita algo más de conexión. Llegó el final y estallaron los vigueses de felicidad. Hay días que marcan una temporada y el de ayer parece uno de ellos.
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