El Celta ha cerrado el año con un triunfo imprescindible. Y no sólo porque el gol anotado por Trashorras y tan eficazmente defendido en inferioridad permite al cuadro celeste mantenerse a rebufo de la segunda plaza en vísperas de su inminente visita a Vallecas, sino (y sobre todo) por la muestra de oficio y talento que el grupo de Herrera ha firmado justo antes de afrontar un segmento crítico de competición, el que seguramente va a definir por qué objetivo va a pelear a final de temporada en un mes de enero terrorífico.

Fue el de ayer un triunfo, diferente, más pragmático pero igualmente valioso por la capacidad del grupo para sobreponerse a la adversidad (la injusta expulsión de Murillo) y su rigor en la administración de la exigua renta conseguida frente a un adversario peligroso, que recurrió a todo su arsenal en busca del empate. Un triunfo más eficiente que brillante que refuerza al equipo vigués en todos los aspectos.

vuelta al once tipo

Tras el fallido experimento de Girona, Paco Herrera recuperó en Balaídos a su once tipo, el que mejores prestaciones ha ofrecido hasta la fecha. David Rodríguez y Quique de Lucas regresaron a la alineación en perjuicio de Joan Tomás y Iago Aspas, quienes no se sabe muy bien por qué motivos parecen interpretar mejor en el papel de revulsivo. Fue sin embargo Trashorras el que encontró el camino de la portería de Biel Ribas tras recibir una gran asistencia del talaverano. El lucense es ya el principal asistente del equipo, con seis pases de gol, y uno de sus más productivos artilleros, con cuatro tantos. David, en cambio, pese a firmar un partido más que correcto, parece gafado con el gol, que se le resiste desde hace cuatro jornadas. Cuando marcó al Albacete parecía que la sequía de los cinco partidos anteriores tocaba a su fin. Sin embargo, desde entonces ha dilapidado más de media docena de oportunidades muy claras, un par de ellas ayer mismo.

las expulsiones

Una vez más, un mal arbitraje deslució un partido en Balaídos. Lo perpetró Piñeiro Crespo, aquel tipo sagaz que hace dos años confundió a Trashorras con Catalá en el túnel de vestuarios de Balaídos y que ayer se inventó un par de expulsiones completamente injustificadas. La de Murillo, tras una mano involuntaria sin que se sepa muy bien el por qué recibe la primera amonestación, y la de Yuste, del Salamanca, por una entrada a Roberto Lago que ni siquiera merecía ser sancionada con amarilla. Ambos desaciertos condicionaron un partido. El Celta se vio obligado a defender y su rival se dejó el pellejo en el ataque hasta que, de nuevo en igualdad, tuvo que rendirse a la evidencia.

álex lópez y bustos

No puede hablarse de descubrimiento porque hace tiempo que es una realidad. En cuestión de unos pocos meses Álex López se ha convertido en un futbolista de bandera cuyo techo parece imposible de acotar. El raudal de talento desplegado por el ferrolano, su generosidad del esfuerzo, su visión del juego, han hecho de él una pieza imprescindible de este equipo. Cada día que pasa se acerca más a la Primera División.

El otro gran hombre del partido fue Cristian Bustos, un tipo humilde, sacrificado hombre de equipo, cuyo rendimiento ha experimentado un crecimiento espectacular con respecto al pasado curso y que ayer frente a su ex equipo firmó un partido redondo, formidable en la recuperación e inteligente en la organización del juego. Notable fue también el partido de Ander Murillo hasta que el árbitro decidió mandarlo a la ducha. El guipuzcoano no se limitó esta vez a la corrección defensiva, sino que miró decidamente al portal contrario y proporcionó un excelente salida a la pelota por la banda derecha.