Encontraron los trofeos del Turista hace año y medio, tirados por los desvanes de la Asociación de Vecinos de Lavadores. El tiempo los ha opacado. Les desluce el metal. Junto a ellos brillaban ayer los del Gran Peña. En ellos se refleja la situación de cada club. Uno desapareció; el otro sigue en la pelea. Rivales eternos, la nostalgia al fin los hermana.

Sobre trescientas personas acudieron al "homenaxe ós clubes históricos" de Lavadores. Antiguos directivos, entrenadores y jugadores de Turista y Gran Peña, compartiendo comida y recuerdos. Viejos rivales, codo con codo, convertidos por el tiempo en colegas. "Nos echáis de menos en vuestras carnes", le dije Fernández Trigo, mandatario del Turista, al actual presidente del Gran Peña, Ricardo Lores.

Se añoran porque es difícil concebir al uno sin el otro. Lavadores partida a la mitad, en blanco y negro, maniquea. El Gran Peña se fundó en 1927 y en su nacimiento participaron gentes que un año después creaban el Turista. De ese 1927 data el primer derbi, de los cientos que vinieron. Fueron los heraldos del pueblo hasta su anexión por Vigo en 1941. "Pronto se cumplirán 70 años", constata la delegada de la Xunta, Lucía Molares.

Tiene cada uno sus pequeñas glorias y sus muchos esfuerzos. Y sus agravios en la relación. Cuentan que las mujeres de los jugadores discutían cada lunes en el lavadero hasta caerse al agua, vengando a sus maridos. Carmen Avendaño, que representó al Celta en el homenaje y es de la zona, retiene las discusiones de su padre con un amigo del Gran Peña. Al hermano de Avendaño, el primer hijo tras cuatro hijas, lo inscribió el patriarca antes como socio del Turista que en el registro civil.

El Celta, aunque hoy todos recen por su ascenso, tiene mucho que ver en el trauma y divorcio del fútbol de Lavadores. Agobiado por las deudas, el Gran Peña quiso fusionarse con el Turista en 1967. Se negaron los albirrojos y el Gran Peña, para sobrevivir, se apellidó Celtista. Fue el segundo equipo vinculado al club celeste, tras el Berbés. Recuerda el concejal, Xabier Alonso, cómo en todos los bares de Vigo se debatió el asunto y como la ciudad se dividió entre partidarios y detractores de la unión.

Veinte años después, en 1987, se cambiaron las tornas. El Turista, que debía 15 millones de pesetas, propuso la fusión y la asamblea del Gran Peña se negó por 110 votos contra 20. Cuentan que Chus Davila, el histórico presidente grampeñista, sufrió por aquella postura vengativa. El alcalde, Manoel Soto, y el presidente del Celta, Rivadulla, presionaron. El club resultante hubiera sido el filial céltico. El Gran Peña no dio su brazo a torcer, ni cuando le prohibieron jugar en Barreiro (en origen, propiedad del Turista). Los azules estaría exiliados en Porriño hasta 1992 y Barreiro fue campo de batalla. En 1996, el Turista se disolvió, integrado en el Celta, para cumplir las exigencias de la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas.

La amargura permanece de aquel tiempo. Fernández Trigo pide perdón. "Que nadie me guarde rencor". A Abel Caballero le exigen que el Gran Peña pueda jugar siempre en Barreiro. También el alcalde tiene anécdotas de su infancia ponteareana, de cuando animaba en Pardellas al Xuvenil: "Venían el Gran Peña y el Turista; eran los grandes". Caballero les agradece a todos los presentes esos recuerdos, "las piezas de vida".