Es uno de los principales candidatos al ascenso, dotado de una plantilla amplia y rica en recursos. El técnico a cargo se inclina por el juego alegre, al contragolpe. En el inicio liguero ha respondido a las expectativas, pese a la profunda reconversión experimentada durante el verano. Parece la descripción detallada del Pilotes Posada Octavio, pero es la de su próximo rival, el Obearagón Huesca. Primero contra segundo, con un solo punto de diferencia a favor de los vigueses. "Es un enfrentamiento equilibrado", reconoce el entrenador académico, Quique Domínguez. "Estamos muy parejos en plantilla y en otros muchos factores. Nuestro nivel es parecido y la clasificación también lo dice. Espero un partido muy igualado".

Será mañana sábado, en el Municipal oscense (20.15 horas). El Pilotes Posada, con la derrota en Pontevedra como único tachón, acude con cierto margen de error. La derrota es asumible; la victoria les proporciona 3 puntos de distancia para proteger la plaza de ascenso directo que ahora mismo ocupan, la única que ofrece la competición. "Cuando acabe el partido quedarán veinte más por jugar, cuarenta puntos. Y habrá que remar hasta el final", sostiene Domínguez, si bien admite: "No es un choque definitivo, pero sí importante".

Varios son los que participan en la carrera por la primera plaza y las cuatro posteriores de promoción. Pero algunos, como Anaitasuna y Pozoblanco, han fallado más de lo previsto en estos dos primeros meses. El Obearagón, en cambio, se ha comportado como pronosticaba Quique. "Para mí fue siempre uno de los candidatos claros por el plantel que habían hecho. Al cambiar de entrenador y buena parte de la plantilla, mi única duda era el tiempo que tardarían en acoplarse". Domínguez, aunque de larga estancia en el banquillo académico, tuvo una tarea parecida. Tanto él como su colega José Nolasco han sabido ensamblar con velocidad la nueva maquinaria.

Tienen además una visión similar de balonmano. Nolasco plantea una defensa profunda y agresiva, un 3.2.1 destinado a desordenar el juego del rival y provocar pérdidas que faciliten el contragolpe. En ataque, el preparador oscense apuesta por proporcionar un gran margen de autonomía a sus hombres. El central Álex Álvarez maneja el cotarro y decide, generando situaciones de dos contra dos que le permitan aprovechar la buena mano de sus laterales o la conexión con el pivote Raúl Bartolomé. "Es un equipo difícil de analizar porque plantea situaciones muy variadas", revela Quique Domínguez.

El pontevedrés también cree en el balonmano alegre, aunque desde una concepción más colectiva y planificada. En su cabeza ya tiene el plan general que aplicará en Huesca. Los detalles quedan para la intimidad de la sala de tácticas; los principios: "Plantarse bien en defensa, pero sobre todo limitar las pérdidas y tener precisión ante sus porteros. Hay que aprovechar sus debilidades, que las tienen porque muchos de sus jugadores no son buenos defensores. Si no pueden correr, habrá mucho ganado".