El Celta recibió ayer la confirmación de que no hay ningún equipo mejor que él. En esta larga y tortuosa travesía que es la Segunda División seguro que le esperan derrotas, partidos malos, incluso victorias injustas, pero el grupo de Paco Herrera tiene desde ayer la absoluta seguridad de que cuenta con armas y fútbol para tumbar a cualquiera. El duelo ante el Betis era una especie de prueba del algodón para ellos. Visitaba Balaídos el solvente líder de la categoría, posiblemente el mejor equipo "hombre por hombre": un examen perfecto para medir las opciones reales del club vigués. Y el Celta cumplió con creces a las exigencias del compromiso. Firmó un partido brillante en el que sólo falló el resultado final que premió en exceso a un Betis que jugó casi todo el partido con el paraguas abierto para frenar la avalancha de juego que se le vino encima.La falta de acierto de los vigueses, la ceguera de un árbitro lamentable y el agotamiento de los últimos veinte minutos, que permitió venirse arriba al Betis, impidieron el justo triunfo de los vigueses. Pero queda la imagen, el entusiasmo de la grada, la sensación de que por fin el Celta vuelve a tener un equipo de fútbol.

Como el día del Alcorcón el Celta saltó al campo como un animal salvaje dispuesto a no conceder al Betis el mínimo aliento. La vuelta a la titularidad de De Lucas fue una bendición para los vigueses porque el barcelonés hace mucho más afilado al Celta, le proporciona mayor contundencia en el área e infinitas posibilidades para combinar. Convierte al ataque vigués en algo difícil de descifrar para el contrario y sólo tardó un minuto en demostrarlo. De Lucas rompió las defensa bética con enorme decisión y su movimiento lo entendió enseguida Trashorras que le colocó el balón de forma precisa a la espalda de los centrales. Un mal remate y la llegada desesperada de un defensa sevillano evitó que el Celta abriese el marcador antes de que buena parte de los aficionados hubiesen tomado asiento en el estadio. Sólo fue un aviso porque los de Paco Herrera olieron sangre y se fueron a por el Betis al que presionaron en su campo y le dejaron sin respuesta. Fue una actuación coral maravillosa en la que brilló por encima de todo el medio del campo intenso y solidario que se vació para abastecer al trío de arriba y para frenar los peligros que ofrece el Betis. Sobre todo a Emaná, un jugador que arranca desde cualquier posición y que por lo tanto obliga a jugar con un exceso de atención. Pues entre el incansable Bustos, Garai y Álex López redujeron al bético a la nada y también se valieron para acudir en ayuda de Murillo–accidental lateral zurdo por la ausencia de Roberto Lago–, y por cuya zona cargaba el juego el Betis.

El Celta convirtió en un monólogo el primer tiempo en el que desplegó una intensidad brutal. Además de De Lucas, David Rodríguez tuvo el primer gol en un cabezazo en el segundo palo que envió incomprensiblemente fuera. El Betis no salía de su campo y a medida que avanzaba el tiempo se fue quedando sin aire. El Celta le agobió porque sintió su debilidad, su fragilidad. Todo sucedía deprisa. Los de Herrera tocaban con determinación y apenas dejaban armar la defensa de Pepe Mel. Entonces entró en acción un factor determinante en el partido: Ceballos Silva. En el minuto 17 y 18 el colegiado, con la complicidad de sus asistentes, se tragó dos penaltis por dos manotazos insolentes al balón de Miguel Lopes y Nacho. Tras sufrir un ataque de indignación, el Celta volvió a la carga y no tardó en encontrar el premio a su esfuerzo. Hugo Mallo, con la ayuda de la mano, se llevó el balón por la banda y encontró en el corazón del área a Alex López que culminó su gran primera parte con un inapelable remate cruzado. Justicia para el Celta.

Pepe Mel movió el equipo en el segundo tiempo con la idea de tener más presencia en ataque. El partido siguió en el lado del Celta que sin embargo fue sintiendo en exceso el paso de los minutos. Falcón se empleó en un rechace que a punto estuvo de sorprenderle. Fue el primer susto del día. Herrera tuvo que reemplazar a De Lucas, reventado tras una hora de juego, y al Celta se le fue un factor determinante en lo futbolístico y también en lo anímico porque parece que este equipo se siente más seguro con él. Trashorras tomó entonces el mando de las operaciones y de sus botas salieron las opciones más claras de los vigueses. Primero en un disparo que obligó a una gran mano de Goitia y después al culminar un prodigioso contragolpe llevado por Abalo. El de Rábade acarició la pelota y la estampó contra el poste. Y como el fútbol es así de cruel en la siguiente jugada empató el Betis. Fue una de las pocas veces que el medio del campo no presionó a los lazadores. Salva Sevilla tuvo tiempo para pensar y colocar un balón en la espalda de los centrales. Rubén Castro cogió con el pie cambiado a Catalá y ajustició al Celta. Fue entonces el momento más delicado para los de Herrera a los que se le pesaron las piernas. El Betis, fresco en la zona de ataque, estuvo incluso a punto de llevarse el partido. El empate supone una decepción para el Celta, pero el partido en sí supone un gran motivo para creer.