Michu amaga otra vez. En el Colombino exhibió esa pegada que lo convierte en un centrocampista especial. El ovetense, despliegue y toque, es un talento evidente. Hace más de un lustro que atrae la atención de los ojeadores. Su carrera, sin embargo, no despega. Se queda en el rumor, en el atisbo. Malas elecciones, las apetencias de su corazón, el marasmo mental de una situación contractual compleja... Herrera meditará su alineación ante el Betis. Otro intento de despegue. "Ojalá. Lo espero. A ver si llega la titularidad y no salgo de ella cuando la coja", se promete.

Michu, recién salido de la adolescencia, ya se había convertido en capitán del Oviedo. Por amor al azul carbayón rechazó muchas ofertas, como la de Ramón Martínez para la cantera del Real Madrid. Por ese amor renunciaría al trampolín a Primera que el pasado mes de enero le ofreció el Sporting. Si está en Vigo es porque Chuti Molina, lo poco bueno que se recuerda de él, sedujo al padre, que manejó la carrera del chico hasta hace escasos meses.

Michu ha gastado mucho tiempo en la cuna, demasiado. Quiso acelerar en el Celta, saltó enseguida al primer equipo pero no ha cuajado en él. Le ha faltado continuidad, que "es lo que necesita todo futbolista para alcanzar su máximo nivel. No sólo depende de mí, también del entrenador, de las lesiones. Lo estoy llevando bastante bien y si no juego desde el inicio, intento aportar desde el banquillo".

No es suficiente para alguien de sus condiciones. El gol explica que lo haya querido Preciado pese a su irregular rendimiento en el Celta; el gol explica que lo señalen para Primera a partir de junio sin haber brillado en Segunda; el gol, que en Huelva valió el empate. "El partido estaba complicado, sirvió para sumar un punto. Siempre es bonito marcar, pero contrasta con el hecho de salir en los últimos minutos. Todo jugador desea ser titular. Es agridulce el sabor. El equipo está haciendo las cosas bien, lleva muchas jornadas sin perder, pero todo jugador es egoísta. Si me llega la oportunidad, intentaré aprovecharla".

Cada entrenador que llega percibe esa chispa y lo incluye en el diseño inicial del equipo. Lo hizo Paco Herrera, que lo probó de titular durante todo el verano. Se ahogó en la playa. El técnico lo notó descentrado antes del debut, desorientado por la presión de un mercado que se cerraba sin su esperado traspaso.

Michu se ha construido una burbuja desde entonces. La directiva viguesa, descontenta con la actitud de sus agentes, renuncia a cualquier tentativa de renovación. "Ya no me afecta", asegura sobre la situación. "Sé que soy jugador del Celta hasta el 30 de junio y hasta entonces tendré que ayudar en lo que sea. Es cierto que se ha hablado demasiado de temas extradeportivos, que yo no puedo controlar. Pudo influir al principio, pero ya no. Estoy centrado en el Celta, en una campaña bonita e ilusionante".