Escogieron el oficio de pequeños, seguramente sin entender bien por qué. Han nacido para vestir diferente y sentir distinto al resto. Los porteros habitan en un universo especial, regido por reglas propias. Yoel, aunque joven, profesa esta fe y sigue sus preceptos. Sin merma de su ambición, acepta que Falcón recuperará ante el Betis su puesto en el once. La suya es una batalla a medio plazo.

La portería es la demarcación que más castiga la infrecuencia. Aumenta el mérito de la gran actuación de Yoel en Huelva. "Estoy contento porque me sentí tranquilo y bien en el campo". Nada se le reprocha en el golazo de Manolo Martínez. Voló hacia el balón sin éxito. "La enganchó bien, supongo que no tiraría por tirar. Intenté pararlo, no llegué". Es la descripción escueta de lo mucho que duele el sonido de las mallas.

El portero influye tanto por lo que hace como por lo que transmite. Cuenta la gestualidad, la serenidad del rostro, la firmeza en la salida. Yoel paró, pero también se agigantó en lo que contagió a sus defensas. "Lo que intento es que la línea más cercana a mí esté enchufada y que se sienta bien conmigo en el campo, que no estén intranquilos por que yo no esté jugando tanto o lo que sea. Quiero darle seguridad al equipo. En ese aspecto, lo conseguí".

Pero sabe que Falcón, que se recupera de una microrrotura fibrilar, mantiene su jerarquía. Ante el Betis le espera al vigués el banquillo. "Tengo que asumirlo bien. El cambio no se produjo porque Isma estuviese haciendo malos partidos. Tuvo la mala suerte de lesionarse. Si el mister se decanta por él, qué se le va a hacer. Hay que seguir dándole".

No existen rotaciones bajo el larguero, no hay cuotas ni descansos. Sólo las pifias pueden alterar el reparto de papeles de septiembre. Pero el trabajo de Yoel no resulta estéril. Invierte a medio plazo. Falcón acaba contrato en junio. Salvo ascenso, el club ve difícil renovarlo. En Praza de España confían en Yoel como actor principal. "Yo trabajo cada día para jugar y llegó a cada fin de semana con la ilusión de que me va a tocar. Y si no me toca, sigo trabajando. El entrenador y sobre todo el club confían en mí. Si ellos deciden que puedo estar ahí, ¿por qué no?".