"Todos intenta retirarme", medio se indigna David Gómez. El decatleta rosaleiro ha regresado a Vigo tras dos años de estancia en la Residencia Blume de Madrid. Se ha presentado con los tendones de aquiles doloridos tras operarse, se diría que en cuarto menguante y él lo niega. "Me preguntan: ¿Qué vas a hacer? Ah, ¿pero sigues entrenándote? Deducen que ya no puedo hacer nada. Y la idea no es esa. Vuelvo para trabajar más y mejor, hasta que el cuerpo aguante". Y él espera que resista hasta saldar sus cuentas pendientes: otros Juegos y esa cifra de 8.000 puntos que le obsesiona.

Gómez se va haciendo a los escenarios hogareños, que abandonó por la aventura madrileña. En la capital trabajó con José Luis Martínez. "Fui, probé, vi que no era la manera de conseguir el objetivo y volví. Me quité la duda de qué pasaría si me iba a un centro de alto rendimiento, con el mejor entrenador. No me convenció, no era lo que estaba buscando".

Abunda en la explicación: "El sistema no me pareció el más adecuado para mí. A otro tipo de atletas sí se lo recomendaría. Aunque las diferencias en instalaciones son abismales. Es lo que me fastidia de volver aquí, al tercer mundo", protesta.

En esta batalla no se resigna. Gómez ha sido la voz más persistente contra la inmundicia de las pistas de Balaídos. "En Madrid las instalaciones eran increíbles. Entrenábamos con calefacción. No tenías que enfadarte con nadie. Aquí nos mezclamos con las ratas y siempre tienes que pelearte con alguien".

Va atando cabos poco a poco, afinando detalles de la mudanza. El físico lo prepara en el gimnasio de Suso Lence; lo técnico sigue en el aire. Le preocupa más lo primero porque "la próxima temporada será de transición, de curarme los males", asume.

Las lesiones lo lastran. "Se ve que yo soy propenso a ellas. Me tengo que aguantar y convivir con estos problemas". Al menos, le han cuadrado bien en el calendario olímpico. El céltico se ha pasado entre algodones el intermedio de los ciclos y se ha repuesto a punto de viajar a Atenas y Pekín. "Espero que el año bueno vuelva a ser el de Londres".

"Por edad, deberían ser los últimos Juegos pero ojalá llegase a los siguientes", indica. A Gómez no se le calma la ambición. Es por ese carácter competitivo que no arroja la toalla. Sabe que la gente lo observa con cierta decepción pese al currículo: "El problema no es lo que soy, sino lo que podía haber sido". Él mismo proclama: "Si me retirara ahora, me sentiría defraudado conmigo mismo, con mi carrera. Mi ilusión desde niño era ir a unos Juegos, de siempre. La gente se reía. Yo lo tenía claro. Pero después de haber estado no me ha llenado como yo esperaba. No considero que mi carrera sea lo que tenía que haber sido".

Gómez, o sea, se plantea este tramo como el ascenso a una de esas cumbres que Sechu López, compañero de gimnasio, asalta. La cifra mágica es igual para el alpinista que para el atleta. Gómez tiene un récord personal de 7.940 puntos, que data de 2004. "Yo entreno para poder decir: soy un decatleta de 8.000 puntos. Si no, no eres realmente un decatleta, no completo al menos. Mi reto es ese".

Sería el quinto español en lograrlo. Se reuniría en la historia junto a los grandes: Benet, Peñalver, Peñas y Burrel. David Gómez siente que aún puede completar esa lista.