Dos gallegos han sido los únicos jugadores nacidos en España que hasta el momento han conseguido ser campeones del mundo. Pedro Cea y Lorenzo Fernández, redondelanos que siendo niños emigraron a Montevideo con sus padres, conquistaron el primer Mundial de la historia tras vencer en la final a Argentina, equipo en el que curiosamente había otro español, el canario Pedro Suárez "Arico". La victoria por 4-2 de los uruguayos en el clásico de La Plata convirte a Cea y Fernández en dos mitos del fútbol uruguayo, pero también español.

Pedro Cea es una absoluta leyenda en Uruguay. El redondelano, hijo de dos emigrantes gallegos que buscaron fortuna en el Río de la Plata, es el único futbolista que disputó todos los encuentros del glorioso ciclo que llevó a la selección sudamericana a encadenar dos oros olímpicos (París 1924 y Amsterdam 1928) y la victoria en el Mundial de 1930. Cea, el "vasquito", se convirtió por ello en un mito del fútbol mundial. El "empatador olímpico" le llamaron por los decisivos goles que anotó en los Juegos de 1924, en los de 1928 e incluso en la final del Mundial que disputaron ante Argentina. En aquel encuentro –jugado en medio de una enorme tensión y un ambiente excepcional por la cantidad de argentinos que se desplazaron a Montevideo a ver el choque– Argentina dominaba en el marcador y Uruguay estaba pasando por malos momentos. Pero entonces apareció Cea para empatar un encuentro que los uruguayos acabarían por llevarse por un claro 4-2. El gallego –aunque aún hay quienes sitúan su nacimiento en un barrio de Montevideo– acabaría como segundo máximo goleador del campeonato. Aquel momento de gloria en el estadio Centenario de Montevideo era el colofón a una prodigiosa carrera que desarrolló por completo en Nacional, el equipo al que tradicionalmente más ligada se sentía la comunidad gallega. Llegó siendo adolescente, cuando se ganaba la vida vendiendo hielo por las calles y no podía imaginar la gloria que le esperaba con aquella camiseta. Allí mismo, en la sede de Nacional fue donde en 1970 se veló su cuerpo tras su fallecimiento. Para la hincha del equipo de Montevideo Cea ha sido más que un futbolista. Fue un símbolo, un tipo cuya personalidad estaba por encima de todo. De hecho, profesaba un terrible odio a Peñarol, su gran rival, y juró en repetidas ocasiones que jamás pisaría la sede del enemigo. Ya retirado apareció por allí el día en que velaban el cuerpo de Gestido, un buen amigo suyo que jugaba sin embargo para Peñarol. La gente le miró sorprendido mientras presentaba sus respetos a la familia. Nadie se atrevía a decirle nada aunque sabía que todas aquellas personas recordaban en ese momento la promesa que había realizado años atrás. Cuando se marchaba del local, se detuvo, miró a quienes le rodeaban y les dijo: "Ustedes nunca podrán saber qué clase de hombre han perdido". Y se fue.

Lorenzo Fernández, "el Gallego", también formó parte del equipo que se proclamó campeón del mundo en 1930 en la inolvidable final ante los argentinos y fue por tanto de los primeros jugadores que corrieron por el estadio con la Copa Jules Rimet de la mano. El abrazo que Cea y él se dan al acaban el encuentro –una de las imágenes que figuran en esta página– es una de las fotografías que mejor resumen en un instante lo que significa la gloria de conquistar un Mundial. En el palmarés de Fernández también figura el oro olímpico de 1928 –aunque una enfermedad le impidiese disputar la final–. Al igual que sucedía con su paisano Cea una de las cosas que más llamaban la atención de él era su enorme personalidad. "El patrón de la cancha" le apodaron desde sus comienzos en Peñarol y al estadio Centenario –el recinto que Uruguay construyó para que el Mundial luciera más esplendoroso y que empeñó al país– lo llamaban la "chacra de don Lorenzo" por la jerarquía que mostraba en el terreno de juego. En Peñarol formó la "cortina metálica" en compañía de Silva y Gestido. Era un tipo poderoso, contundente –con lo que significaba el término en aquella época–, racial, de enorme esfuerzo y gran condición física. En su momento el masajista de su equipo llegó a decir que "cuando le das un masaje a Lorenzo Fernández me parecía que estaba dándole fricciones a una columna del alumbrado". Después de jugar desarrolló una carrera como técnico y llegó a dirigir a Peñarol. En 1973, tres años que su amigo Pedro Cea, falleció.

Desde 1930 ningún nacido en España ha conseguido levantar el trofeo de campeón del mundo. El domingo, a eso de las once de la noche (media hora más tarde si hay prórroga) puede que Pedro Cea y Lorenzo Fernández pierdan la exclusividad de la que ahora mismo disfrutan.