El vallisoletano Eusebio Sacristán se convertirá a finales de mes en el séptimo entrenador que abandona el banquillo celeste durante el mandato de Carlos Mouriño al frente del Celta de Vigo. De este modo, el ex futbolista del Barcelona se unirá a una lista encabezada por Fernando Vázquez y que completan nombres como Hristo Stoichkov, Juan Ramón López Caro, Antonio López, Alejandro Menéndez o Pepe Murcia.

El empresario gallego llegó en el verano de 2006 a un acuerdo con el entonces presidente del Celta, Horacio Gómez, para comprarle sus acciones y convertirse así en el máximo accionista del club vigués. Con el equipo clasificado para disputar la Copa de la UEFA tras un paso fugaz por la Segunda División, Carlos Mouriño soñó con prolongar los años gloriosos del "EuroCelta".

Sin embargo, su aventura en el mundo del fútbol no pudo comenzar peor. En abril de 2007 tuvo que tomar su primera gran decisión: destituir a Fernando Vázquez y entregarle el equipo a un técnico sin experiencia pero muy mediático, el búlgaro Hristo Stoichkov. A pesar de no evitar el descenso de categoría, el ex futbolista del Barcelona mantuvo el crédito durante todo el verano para construir, junto a Ramón Martínez, un proyecto de ascenso fallido.

El búlgaro aguantó siete partidos y el club se encomendó a un viejo amigo del director deportivo, Juan Ramón López Caro. Pero la etapa del ahora seleccionador español sub 21 tampoco fue demasiado larga, ya que el Celta lo destituyó tras quedarse el equipo sin opciones de ascenso a falta de trece jornadas para el final del campeonato.

El andaluz estuvo 21 partidos en el Celta y fue sustituido por su segundo, Antonio López, aunque el cordobés tampoco aguantó demasiado al chocar con un vestuario demasiado viciado. Presentó su dimisión irrevocable tras nueve jornadas al frente del primer equipo. El entonces técnico del filial, Alejandro Menéndez, se hizo cargo de la primera plantilla con el Celta a sólo cinco puntos del descenso a Segunda División B y en una dinámica muy negativa. Aun así, logró eludir el descenso de categoría, éxito que no le sirvió para ganarse la continuidad al frente del primer equipo.

Cansado de proyectos fallidos, Mouriño apostó por un entrenador con experiencia: Pepe Murcia. Pero siete meses fueron suficientes para terminar con su etapa en Vigo. Su choque con el director deportivo, Ramón Martínez, y la falta de sintonía con algunos de los pesos pesados del vestuario acabaron sentenciando al andaluz. La salida de Murcia supuso la llegada de Eusebio Sacristán, curiosamente el técnico con peor número de victorias y al que más ha aguantado Carlos Mouriño. Su decidida apuesta por la cantera se convirtió en su mejor aval.

Eusebio tomó el mando del equipo en el mes de marzo de 2009 con el objetivo de reflotar a un equipo que se estaba hundiendo. Forjado en el ideario de Johan Cruyff, el vallisoletano apostó por un fútbol de toque que la afición, acostumbrada al fútbol feo del equipo de Pepe Murcia, agradeció pese a que los resultados no acompañaron. Tras una agónica victoria ante el Alavés en Balaídos salvó al equipo del descenso a Segunda B.

El deseo de Carlos Mouriño de apostar por un "proyecto a la inglesa" parecía que podía tener futuro con Eusebio en el banquillo. El vallisoletano planificó la temporada 2009-10 y los resultados de la pretemporada invitaban al optimismo. Sin embargo, el Celta pronto pagó su mal inicio de Liga. Triunfó en la Copa del Rey, donde fue eliminado por el Atlético de Madrid en cuartos de final, pero fracasó de nuevo en el campeonato liguero. Vivió siempre al borde del descenso, una razón a la que se agarraron muchos directivos para pedir la destitución del técnico.

Pese a contar con el apoyo incondicional de la plantilla, sus roces con el director general del club y hombre de máxima confianza del presidente, Antonio Chaves, al que acusó hace unas semanas de no remar en la misma dirección que el equipo, acabó por sentenciar a Eusebio. Ni tan siquiera las declaraciones del presidente afirmando que el vallisoletano era la primera opción del club para la próxima temporada ayudaron a un Eusebio, que desde hace semanas ya intuía que su futuro está lejos de Balaídos. Ése no era su deseo, pero sí el de una buena parte del consejo de administración, con Chaves a la cabeza.