Celta 0-0 UD Salamanca

El Celta no encuentra remedio a su inocencia

El equipo vigués suma otra decepción en Balaídos tras empatar con el Salamanca en un choque en el que le faltó contundencia

juan carlos álvarez - Vigo

Pasan las semanas y nada parece cambiar en la vida del Celta, enquistado en la zona baja de la clasificación por culpa de esa alergia que le ha entrado en Balaídos, escenario en el que acusa una preocupante falta de contundencia, una extremada inocencia. Ayer fue el Salamanca el que vino a recoger su paga a Vigo. Se llevó un punto sin excesivos agobios ante un Celta que dominó el partido pero que sólo generó un par de ocasiones realmante claras enviadas al limbo por Joselu (otra vez se estrelló con la madera) y Dani Abalo. El equipo vigués se salva por ahora gracias a que sus rivales en la pelea por la salvación viajan en un carro tirado por bueyes, pero llegará el momento en que aceleren y si entonces el Celta sigue con esos problemas para encontrar la portería contraria, la angustia se va a disparar. Las buenas intenciones, el gusto por el toque, no le van a servir siempre de justificación.

El equipo, en su configuración se parecía mucho más al que vino actuando en la Copa con la presencia de Noguerol y Túñez en el centro de la defensa, de Michu en el medio o de Abalo en la banda derecha formando el ataque con Aspas y Joselu. De hecho, en una vuelta de tuerca a las rotaciones Eusebio hizo ocho cambios y envió a tres titulares hace una semana en Soria directamente a la grada: Trashorras, Jordi y Toni. El caso del de Rábade no deja de ser curioso y también incomprensible. Con él los entrenadores y aficionados pasan del amor al odio en una sola jornada. Viene de ser el mejor del Celta en el último mes de competición, pero ayer se fue a comer pipas a Tribuna. Una decisión cuanto menos discutible porque hay momentos en que Trashorras aporta un extra de calidad que nunca está de más, aunque sea en el banquillo. Ayer Eusebio renunció a eso y optó por elementos como Danilo de quien nunca hay noticias cuando pisa el terreno de juego. Trashorras mostró su disgusto públicamente y abrió una pequeña brecha en ese paraíso que parece ser el vestuario del Celta. Ahora le queda a Eusebio la papeleta de evitar que sus convocatorias –al tener disponible a casi todo el mundo– se transformen en un problema cada fin de semana.

El Celta arrancó con decisión, como suele hacer en Balaídos, convencido de que la posesión es el camino más corto hacia la victoria. El problema es que el vigués se ha convertido en un equipo que juega muy bien hasta que atraviesa la línea que delimita el área grande. Ahí todo se oscurece y los jugadores se confunden. No es un problema de presencia porque las incorporaciones de gente como Aspas, Abalo o Michu –que ayer se situó más pegado en la banda izquierda– son constantes. Es una cuestión de acierto en el último pase (hace tiempo que desde la banda no llega un gran centro) y de astucia donde el Celta sigue siendo deficitario. Así los vigueses acumularon llegadas insípidas. El buen trabajo de los centrales, con un Túñez que se ha ganado la titularidad a mordiscos, y la buena colocación de López Garai permitieron a los de Eusebio tener el control de la pelota, pero en el fútbol no basta con dominar tres cuartas partes del terreno. Se ganan y pierden partidos en las áreas.

El partido se abre

Los dos equipos optaron en el segundo tiempo por hacer más evidentes sus planteamientos. El Salamanca se quedó a esperar el contragolpe, mientras el Celta insistía en su dominio y en su escasa presencia en el área rival. El partido parecía condenado a resquebrajarse en algún momento, se abrieron espacios en el medio del campo y la prisa empezó a ser mala compañera de viaje. El Salamanca se pudo adelantar en una contra y un minuto después fue Joselu el que pudo acabar con la sequía de los últimos partidos. Recibió un gran pase de López Garai, bajó el balón, se plantó ante Rivas y su remate ajustado se estrelló contra la madera.

Eusebio recurrió entonces a una de las dos balas que le ha dado el mercado invernal: Papadopoulos.El griego mostró determinación en un cabezazo malintencionado desde fuera del área que salió junto al palo derecho de la meta charra y porfió en todas las acciones en las que intervino. Eusebio, tras sustituir a Abalo –que también tuvo una ocasión para desequilibrar el encuentro–, le envió a la banda y allí sólo pudo aportar ganas. Habrá que esperar, pero da la sensación de ser un tipo de área, lo que obligará a Eusebio a hacerlo convivir con Joselu o tomar una decisión más traumática. El Celta insistía sin desmayo, pero al equipo era evidente que le faltaba un extra para desequilibrar un encuentro que con el paso de los minutos empezó a tener mucho peor aspecto. El Salamanca aprovechó un par de indecisiones viguesas para asomarse al área de Falcón y en una de ellas el meta gaditano tuvo que sacar las manos para evitar el gol de Linares en un saque de esquina. El partido se le murió al Celta sin resolver ese problema de alergia que vive con el gol y con Balaídos.

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