El Ourense se encargó de bajar de la nueba a un Areas que vivía en el sueño en su debú en Tercera División.

La primera victoria convincente constata progresos en la estabilidad del once y en los roles que cada jugador debe desempeñar en el equipo La endeblez de un Areas desarbolado por siete ausencias de titulares, según confesión su entrenador, deja la euforia en cuarentena.

Samu puso el primer clavo del ataud areísta, nada más salvar con el cuerpo el primer aviso ourensano. Barreal no pudo elevar el balón sobre la salida del portero visitante tras recoger un tanto escorado el servicio de José Arenas, el más generoso y certero asistente que tuvo ayer el Ourense.

Tres minutos antes de entrar en alerta el portero del Areas, sustituto ayer del sancionado Xan, empujó hacia la red la pelota en su intento de neutralizar el centro de Josu desde la línea de fondo. Las puertas del infierno se le habían abierto de par en par. Rafa conectó un preciso cabezazo a otro centro de Arenas desde la derecha y sólo tuvo que empujar otro balón remitido por Josu para hacer su segunda diana.

El cuarto se hizo esperar hasta el último minuto del primer tiempo, aunque Rafa y Arenas dispusieron de dos opciones más para adornar la estadística. Arenas volvió a sacar varios cuerpos a una zaga adelantada y en boca de gol concedió su primer gol a Barreal en su primera titularidad en O Couto.

El Areas sostuvo su posicionamiento suicida tras el descanso. La indulgencia del Ourense en la definición impidió una herida mayor. En un intervalo de dos minutos se sucedieron dos clamorosas opciones de gol pésimamente resueltas. En la primera Quintairos progresó hasta el área tras capturar un pase defectuoso, pero la dilación en el pase y en el remate le dio tiempo a Samu para atajar el remate de Barreal.