Jenson Button ve cómo se retrasa su alirón. Sebastian Vettel se pasea con autoridad por el circuito de Suzuka. Lewis Hamilton vuelve a subirse al podio y lamenta no haber despertado antes. Y Fernando Alonso ya piensa en Ferrari. ¿No podría el asturiano coger el coche rojo en las dos carreras que faltan? Más que nada para evitar papelones como el de ayer, con un Renault incapaz de darle un buen ritmo en la pista y que poco más podrá ofrecer en Brasil y Abu Dhabi, las dos últimas citas del campeonato.

La carrera de Japón fue tan pobre que las cuatro líneas iniciales resumen una hora y media de competición soporífera. Y no porque el español anduviera por ahí atrás, perdido en batallas sin premio, que también, sino porque la emoción decidió que no era el día para aparecer por un circuito de Fórmula 1. Tanto dominó Vettel que ni siquiera el agrupamiento final por el coche de seguridad (espectacular el accidente de Alguersuari cuando era noveno, aunque sin secuelas físicas) puso en peligro su victoria. En el cajón le acompañaron Trulli y Hamilton, y Alonso terminó décimo, seis posiciones más adelantado que su lugar inicial en la parrilla, gracias a su estrategia prevista a una única parada.

El asturiano tuvo que evitar en la salida a Buemi, estancado en su casilla, y luego se las arregló para superar a Liuzzi. A partir de ahí, poco que hacer. El Renault se pierde cuando sale tan retrasado. No tiene un gran ritmo de carrera e inmerso en la profunidades del pelotón, Alonso hacía lo que podía con un coche que llevaba más de 80 kilos de combustible.

En esta ocasión funcionó la estrategia. Con Grosjean y Nakajima fue el único que decidió pasar solamente una vez por el garaje. Ahí estuvo la clave de haber ganado seis posiciones. Se las arregló como pudo con un coche que se mueve como una bailarina, imposible llevarlo por el carril bueno. Y superó la duda de un segundo relevo muy largo con los neumáticos blandos. Alguersuari se accidentó y entregó otra posición a Alonso, que venía justo detrás del catalán. Hubo coche de seguridad y quedaron cuatro vueltas tras el reagrupamiento para dar algo de sustancia a una carrera sin sal, pimienta ni condimientos. El piloto ovetense lo intentó entonces con Kubica pero el R29 no estaba para fiestas y el polaco pensaba más en arañarle a Button el valioso punto que al final se llevó el inglés.

Vettel ganó su tercer Gran Premio del año –cuarto en su carrera– y ahora lamenta su irregularidad y dos abandonos como los de Hungría y Valencia que le descabalgaron del campeonato. Igual que Hamilton, resucitado demasiado tarde y ayer protagonista de una bonita lucha con Trulli en el ´pit lane´ por la medalla de plata. El italiano era más rápido y dio sus dos mejores vueltas cuando el inglés se fue al garaje. Demasiado poco para animar un Gran Premio que Button descuenta de su camino hacia el título.