El consejo de administración del Celta ha encajado con tranquilidad la noticia de que un grupo de acreedores, que incluye a varios jugadores ex célticos y lidera el abogado Pablo Viana, capitalizará deuda por valor de 3,5 millones de euros. Según indican fuentes fiables, Mouriño y sus colaboradores tenían indicios de la maniobra y han diseñado un plan que la neutraliza. La ampliación de capital aprobada el pasado martes en asamblea extraordinaria se disparará. Llegará a una horquilla de entre 9 y 14 millones. Una cantidad que reduciría el porcentaje sobre el total del grupo de Viana, al punto que los dejaría sin representación en el consejo de administración. El presidente mantendrá un control absoluto de la entidad

Las cifras se están disparando de forma astronómica sobre las previsiones iniciales. La asamblea ha aprobado una ampliación de 24 millones por obligación legal. Desde el club siempre se transmitió la idea de que Mouriño sería el único acreedor importante que acudiría a ella. Sería mediante la capitalización del crédito preconcursal que concedió al Celta, valorado aproximadamente en 3 millones de euros. El grupo sindicado de acreedores que incluye a Pablo Viana, Placente, Baiano, Sales y Contreras, ha añadido esos 3,5 millones de su deuda. Y ahora se ha conocido que habrá más deuda capitalizada, que elevará la cifra definitiva en varios millones, de los 6,5 sabidos hasta un horizonte de entre 9 y 14. La hipótesis más probable ronda la decena. Aunque las razones de esta cantidad extra responden a una materia intrincada, estaría bajo la batuta del actual mandatario celeste.

La noticia supone en apariencia un duro golpe a la estrategia diseñada por Viana y los suyos. La intención de su grupo es vender las acciones para recuperar el máximo dinero posible. Ya que Mouriño no se las comprará y no hay otros candidatos en ciernes, el objetivo de estos accionistas sindicados era fiscalizar la labor de la directiva. Ocupar un sillón en el consejo de administración era la herramienta más útil. Una posibilidad que ahora peligra.

Alguien ajeno al consejo puede forzar su entrada en la directiva si posee un porcentaje suficiente de acciones, que en trazo grueso se define dividiendo el capital social entre el número de consejeros nombrados. El capital actual del Celta es de 9 millones y en las previsiones iba a ser como mucho de 15,5. Hay ahora mismo siete consejeros. 2,2 millones en acciones facilitaban el acceso a la sala de juntas de Praza de España. Así que los 3,5 del grupo de Viana sobraban.

La aritmética varía. Si el capital social excede los 24,5 millones, Mouriño blindará el consejo ante sus opositores. Son números redondos, que admiten muchos matices. En principio, el grupo de Viana tendrá derecho a un consejero aunque en estas elucubraciones se mueve ya en la frontera.

Por cierto que en el grupo también milita Agus, cuya petición de capitalización se ha formalizado aunque el central ahora del Córdoba se lo sigue pensando. La capitalización no sale gratis. Los jugadores que aparecen directamente como acreedores, y no a través de empresas, deben afrontar el IRPF sobre el dinero que conviertan en acciones. Un 43 por ciento que en el caso de Agus le supondría pagar al fisco casi 70.000 euros. De ahí que otros jugadores que tienen grandes cantidades empeñadas, como Núñez, Jorge o Rubén, hayan preferido las otras posibilidades recogidas en el convenio, aunque les supongan cobrar poco y a largo plazo.

En cualquiera de los casos, el capital social del Celta experimentará una multiplicación tan brutal que situará al club en causa de disolución. Esto sucede cuando los fondos propios de una entidad son inferiores a los dos tercios del capital social. El club tiene fondos propios (pasivo que no corresponde a deuda externa, como las cuotas de los socios) para cubrir los 9 millones actuales. No para un capital que ronde los 20 millones. De ahí que el Celta ya tenga claro que en la asamblea ordinaria de diciembre acometerá la iniciativa revelada por Mouriño el martes: una reducción que convertirá parte del capital en fondos propios, a costa del precio nominal de las títulos. La batalla apenas ha comenzado.