La aparición de Cristiano Ronaldo, autor de dos goles y víctima de un penalti que le hizo retirarse lesionado, cambió el rumbo de un Real Madrid sin patrón de juego, basado en las individualidades, que derrotó al Olympique de Marsella en seis minutos de inspiración con Raúl González en el banquillo.

Pellegrini no encuentra el sistema y comienza a ser preocupante. Ha tenido cinco partidos de Liga y dos de Liga de Campeones para ir dando con la tecla. El Real Madrid carbura en resultados pero no en juego de equipo. Define los partidos por genialidades de sus estrellas. Por individualidades o la asociación en un corto espacio de dos futbolistas, pero el bloque no genera el fútbol esperado.

Las rotaciones ocultan en ocasiones duras decisiones. Ante el Olympique, las aparcó el técnico madridista para mostrar a Europa que en su proyecto Raúl es suplente. El máximo goleador de la ´Champions´ escuchó el himno en el banco y se pasó la segunda parte calentando.

En ese juego a impulsos del Real Madrid, a la velocidad de Cristiano, el balón no fue de dominio local y el Olympique asomó más por el área de Iker Casillas en el primer acto.

Pintaba igual la segunda parte, con el Real Madrid atascado, cuando en dos minutos todo quedó sentenciado. Pepe lanzó un pase que cruzó el campo hasta llegar a Cristiano, paciente en el mano a mano para superar por bajo a Mandanda (min.58).

En un arranque de rabia del portugués, desequilibró partiendo de la banda izquierda, adentrándose en el área donde Heinze, que también regresaba a la que fue su casa, no le cazó por milímetros, pero sí Diawara, en una acción dudosa porque tocó primero el balón. Se marchó antes de tiempo a la ducha, expulsado, y Kaká no perdonó la pena máxima.

La acción lesionó a Cristiano en el tobillo izquierdo, pero antes de irse volvió a marcar en la mejor jugada de la noche. Guti encontró el desmarque de Benzema, que en dos metros se asoció con Kaká en pared, para regalar el gol al portugués.