Cualquier parecido de la pretemporada con la realidad de la competición es pura coincidencia. El Celta aprendió ayer esta dolorosa lección con una derrota ante el experimentado Numancia, que tiró de oficio y rigor táctico para enterrar las esperanzas de los celestes. Tampoco esta vez, pese a las buenas vibraciones de la fase preparatoria, logró el equipo vigués romper con el maleficio del partido inaugural. Sucumbió a la experiencia de un rival mejor adaptado a la categoría y concedió errores contra los que difícilmente se puede apelar.

Pero a pesar de este baño de realidad, el grupo de Eusebio ofreció también algunas señales esperanzadoras: entereza ante la adversidad, capacidad de reacción, solvencia defensiva y destellos de calidad que auguran mejores tiempos. Faltan horas de vuelo pero el equipo parece tener buenos mimbres.

Notable mejoría defensiva

El primer gol llega tras un resbalón de Sergio Ortega que permite a Barkero e Íñigo Vélez armar una contra letal. Un error por el que el Celta pagó un oneroso peaje pero al fin y al cabo un error puntual de un solo hombre en el que interviene la suerte. Se trata, en todo caso, de un fallo individual y no de un error en cadena de la línea defensiva como a los que nos había acostumbrado este equipo en las dos últimas temporadas. Un simple vistazo a la estadísticas del partido confirma que el Celta, salvo por las facilidades concedidas, por un apagadísimo Roberto Lago, cuenta este año con una solvente retaguardia.

Capacidad de reacción

Un soplo bastaba para derribar al Celta del pasado curso. Este nuevo equipo parece mucho más entero. Reaccionó tras el error que propició el gol de Numancia y arrinconó a su adversario durante 20 minutos verdaderamente interesantes en los que cortejó el gol con una interesante variedad de recursos.

También desde el banquillo hubo reacción. Eusebio comprendió que el Numancia se había hecho con el mando del medio campo y reajustó el equipo con éxito a pesar de contar con poca variedad en el banquillo. El cambio de posición de Trashorras, más adelantado, resultó clave en la reacción.

El director del juego

Una vez más, el hombre del partido fue Roberto Trashorras, que ofreció todo un recital en el pase y anotó un gran gol con un formidable zurdazo desde la frontal. El lucense goza de una visión creativa del fútbol, aunque a veces sus piernas van a la zaga de su cabeza. Trashorras es consciente su importancia para este equipo y parece decidido a desquitarse de los sinsabores del pasada curso en la que su rendimiento, como el de todo el equipo, estuvo muy por debajo de las expectativas generadas con su fichaje.

Los canteranos

El Celta cuenta con una hornada de talentosos futbolistas que seguramente reportarán tardes de gloria en el futuro. Sin embargo, necesitan un periodo de adaptación a su nueva situación y, por ahora, la inexperiencia pasa factura. Esto resultó especialmente evidente en Toni, al que pesó en exceso la responsabilidad del debut, y, en menor medida, en Joselu, en general bastante desdibujado a pesar de firmar algún detalle verdaderamente interesante.

Sorprendió, en cambio, la madurez del lateral Hugo Mallo, que debutó a pie cambiado en una posición extraña, y no sólo ofreció excelentes prestaciones defensivas, sino que participó también del juego de ataque. Este chico huele a titular.