Esto es lo que hay. El octavo puesto de Fernando Alonso en Bahrein no tiene otra explicación que el potencial del Renault. Llega hasta ahí, detrás de los inalcanzables Brawn, de los Toyota y de los sorprendentes Red Bull. Y ayer, también más flojo que Ferrari y McLaren, que quieren sacar la cabeza. Alonso se vació en el circuito de Sakhir. A 40 grados, 50 en la pista, el piloto casi acaba con su salud. Terminó con un punto y luego se derrumbó. Su discurso para las televisiones fue extrañamente corto y seco, algo brusco. “Ya me estaba encontrando mal”, confesó después. Al momento, se vino abajo entre la maraña de cámaras y asistentes de prensa. Le sujetó Silvia Hoffer, la políglota jefa de comunicación de Williams. Detrás, Patrizia Spinelli, férrea policía de los medios en Renault, hacía lo que podía para que su chico no se fuera al suelo. “Lo siguiente que recuerdo es estar sentado en el box con un ventilador en la cara”. El esfuerzo de más de una hora y media horadó la resistencia del piloto, más delgado que nunca por la exigencias de un reglamento que castiga el exceso de peso.

No se hidrató en toda la carrera porque el sistema para beber se averió, igual que le sucedió en Malasia en 2003 y también en 2005. Y todo esto, para sumar un punto. Un botín exiguo tras un esfuerzo titánico. Salió séptimo, perdió dos puestos en la salida y la carrera le colocó en el lugar natural del R29.

Fue el Gran Premio más normal de lo que va de campeonato. Venció Button con autoridad. Tres de cuatro para el inglés. A Hamilton le bastaron cinco victorias para ganarlo el año pasado. Decían que los Brawn tenían problemas con la refrigeración del motor pero si así era, no se notó en absoluto. Button, guiado desde el muro por Ross Brawn, el mejor estratega de la Fórmula 1 en muchos años, gestionó su carrera de forma impecable. Salió en la segunda línea, se merendó a Hamilton a las primeras de cambio y puso ritmo de crucero hacia su tercera victoria. En la 15ª vuelta cumplía con el primer repostaje y siete más tarde ya lideraba la prueba, después de que Raikkonen pasara por el garaje. En la maniobra fulminó a los dos Toyota, que pagaron caro su poca carga inicial. Button sólo dejó momentáneamente la primera posición cuando puso gasolina por segunda vez, a veinte giros del final. Guardó para el último relevo los neumáticos más duros, los que peor rendimiento ofrecían. Recuperó la cabeza poco después, cuando Vettel cumplió con su segundo paso y el camino le quedó ya libre. Un paseo.

Vettel fue el único que se atrevió a cuestionar tímidamente la tiranía del equipo de Ross Brawn. A pelo, con un coche sin extras (no tiene el doble difusor y tampoco lleva kers), siguió de lejos la estela de Button. El doble difusor no les llegará hasta Mónaco pero el retraso lo compensan con un Fórmula 1 que es una maravilla del diseño.

Toyota se fue con un podio gracias a Trulli pero el botín les sabe a poco. Glock salió muy castigado ya del primer repostaje y al menos el italiano mantuvo el tipo. Hamiton se fue tan contento con su cuarta posición porque el McLaren ya empieza a dar señales de vida. Tras él, a Barrichello no le sirvió de mucho su estrategia a tres paradas y Glock supuso la mayor decepción de la jornada si se deja a un lado el nuevo fracaso de Massa, que sigue con el cero en su contador.

Así era difícil que Alonso pudiera haberse colocado mucho más adelante. En la salida, quedó tapado por los dos Ferrari y se olvidó de cualquier tipo de progresión. Incluso pisó la arena para evitar otros males. A Massa lo adelantó poco después y antes de su primera parada se la jugó en un mano a mano con Trulli más efectista que efectivo. El italiano llegaba recién reaparecido de los garajes y Alonso le ganaba un puesto que perdería después. El asturiano repitió con el compuesto blando en el segundo relevo y siguió encadenado a una lucha por un botín demasido pobre. Suda tinta para conseguir cada punto. Ayer quiso medirse por momentos con Raikkonen, pero ni siquiera se acercó a él cuando el finlandés tenía mucho más lastre en forma de gasolina. Es su dura realidad.