Hoy se cumplen quince años de la inolvidable final de Copa del Rey que el Celta y el Zaragoza disputaron en el Vicente Calderón y que finalizó pasadas las doce de la noche con aquella tanda de penaltis que dio el triunfo a los maños y que sumió a la parroquia viguesa en una tristeza insoportable. Aquella final tuvo un nombre para la historia, el de Alejo Indias, el hombre que falló el último penalti. El protagonista de esa historia vive hoy muy lejos de Vigo, ha perdido casi todo el contacto con la ciudad y asume con tranquilidad que la gente le recuerde por un penalti fallado: “Son cosas del fútbol que hay que aceptar y no pasa nada por ello. He sido un profesional y eso viene en el paquete”. Guarda un recuerdo inmejorable de aquella plantilla porque “era combativa y sacrificada como pocas”.

Alejo apenas tiene contacto con los que fueron compañeros suyos en el Celta. El tiempo y la distancia les ha alejado. Pero recuerda con emoción aquella época e insiste en que estará siempre unido a la ciudad entre otras cosas porque su hijo “es vigués”. Desde su retirada dirige la escuela de fútbol de Sant Andreu de La Barca en el Baix Llobregat donde gobierna los pasos de 350 chavales, entre ellos su hijo, en quien ve condiciones para llegar lejos.

- Quince años de la final de Copa del Calderón. ¿Se acuerda cuando llega el 20 de abril?

- La verdad es que no. El tema sale a veces en alguna conversación, pero así por las buenas no me acuerdo.

- ¿Cómo lleva que se le recuerde siempre por aquello?

- Es lógico. He sido un profesional del fútbol y eso significa que sucedan estas cosas. El penalti lo fallé porque llegué allí con el Celta y eso es lo que realmente me importa. Viví cosas importantes en Vigo, alcanzamos aquella final y tuve la desgracia de fallar el penalti decisivo. Entiendo que la gente me recuerde por eso, pero también es un motivo de orgullo.

- El mazazo fue fuerte. ¿Cuánto le costó superarlo?

- No demasiado. Lo dijo Chechu ese mismo día, que le preocupaban más otros futbolistas antes que Alejo porque yo era mucho más fuerte.

- ¿Pidió usted lanzar?

- Chechu me preguntó si quería lanzar. ¿Tiras Alejo? Y le dije que sí sin dudarlo.

- ¿Y por qué el quinto?

- Porque me lo dijo él, que si no me importaba lanzar el quinto. Nunca se sabe cuál es el penalti decisivo. De hecho, pensé que lo más probable era que no llegase a tirar porque íbamos a ganar antes. Tenía mucha esperanza en Cañizares.

- ¿Se escaqueó alguien a la hora de tirar?

- A lo mejor algún jugador con más calidad o más tiempo en Primera podía haber lanzado, pero es muy complicado. Yo siempre he sido un jugador de carácter y no he temblado en esas situaciones. Antes de jugar en el Celta ya tiraba yo bastantes penaltis. Son decisiones que dependen de la personalidad del jugador.

- Usted dirige una escuela de fútbol. ¿Los chavales conocen su historia con el famoso penalti?

-Sí. La mayoría lo ha visto en Internet y me dicen “Alejo te vi fallar el penalti”. A todos les digo lo mismo, que gente como Maradona falló en un Mundial, o Cristiano Ronaldo en la última final de la Liga de Campeones. Para fallar los penaltis en una final hay que llegar a ellas y eso es lo que tienen que aprender.

- ¿Vio el penalti de Higuera?

- Sí. Llegué al medio del campo y esperé pacientemente a que lanzasen el último. En ese momento ya no tenía muchas esperanzas.

- Hicieron ustedes un partido gigantesco ante un equipo que se suponía superior a ustedes.

- Pues sí. Ellos en algún momento del partido nos decían que ganábamos seguro. Habían expulsado a Aragón y varios de sus futbolistas como Poyet tenían problemas musculares. Teníamos controlado el partido, pero puede que en ese momento nos faltase calidad para llevarnos la victoria.

- Al margen de la Copa, ¿qué recuerda de aquella temporada?

- Fue un año muy importante. La gente estaba involucrada, unida en torno al equipo. Se vivió en la final de Copa, pero en muchos otros momentos de la temporada.

- ¿Mantiene contacto con los jugadores de aquella época?

- Pues no. Me fuí al Elche al acabar en el Celta y desde la retirada como futbolista empecé a trabajar en la escuela de fútbol y aquí he estado. Hay mucha distancia y aunque al principio mantenía el contacto con ellos, la verdad es que ahora ya no. Alguna vez me encuentro con alguno en un aeropuerto o en un acto.

- ¿Fue aquel el mejor equipo en el que estuvo?

- Pues sí. Tenía calidad, la justa, pero tenía. Y luego mostraba una forma de afrontar los partidos que era espectacular. Era un equipo agresivo, algo en lo que influía mucho Chechu Rojo, que daba siempre la cara y así conseguimos cosas importantes teniendo en cuenta que había muchos equipos en Primera División con más presupuesto.

- ¿Ha seguido la trayectoria del Celta desde entonces, desde que se marchó de Vigo?

- Sí. A veces mejor, otras peor. Ahora veo que tienen problemas económicos y que el equipo no va para arriba. Pero hace unos años era una locura ver al equipo de Mostovoi, Karpin y compañía. Me da la impresión que nosotros fuimos los precursores de aquello.

- Dos equipos diferentes, dos estilos completamente distintos y los dos a las puertas de ganar una Copa del Rey.

- Tuvo más mérito lo nuestro por la plantilla que teníamos y por cómo llegamos a aquel partido. Nosotros fuimos como víctimas y ellos eran los favoritos. Recuerdo aquella otra final porque me venía a la mente lo que nos pasó a nosotros. Deseaba que ganase el Celta para que la gente no se volviese a Vigo triste por otra derrota, pero no hubo manera. Me da pena que la gente de la ciudad no haya podido disfrutar de un título que hubiésemos podido contarle a nuestros nietos. Esas cosas en equipos como el Celta tienen un valor muy especial.