Cinco minutos bastaron al Rayo Vallecano para certificar que el artificioso triunfo obtenido ante el Córdoba no ha resuelto los graves problemas del Celta. El equipo vigués se desangra en defensa y la llegada de Eusebio Sacristán al banquillo no ha sido capaz de cortar una hemorragia que amenaza la tranquilidad del club en una de las temporadas con peor nivel que se recuerdan en la Segunda División española.

Los tres goles encajados en Vallecas entre los minutos 7 y 13 de partido resumen, en buena medida, las carencias que han acompañado al equipo a lo largo del año. El problema más evidente y uno de los grandes quebraderos de Eusebio Sacristán y su predecesor, Pepe Murcia, es la extrema fragilidad defensiva del Celta por los costados. Si las prestaciones de los centrales han estado a menudo bajo sospecha, el rendimiento de los laterales ha sido, a todas luces, deficitario.

Los cuatro tantos recibidos en Vallecas se producen de forma idéntica: el rival aprovecha un enorme boquete en la banda derecha, el central falla en la ayuda y el portero se queda en precario. Las variantes en la ejecución son diversas: un disparo seco al palo corto tras una pared; un centro cabeceado a bocajarro en el segundo palo, en el segundo; y una llegada a la contra en la que el delantero sólo tiene que empujar el balón a la red en el tercero.

Ni Eusebio Sacristán ni Pepe Murcia, han sido capaces de dar continuidad a sus laterales. Con el vallisoletano los jugadores han recorrido varias veces de ida y vuelta el camino de la titularidad a la grada. Lucas, Fajardo y Edu Moya se han ido alternando en la banda derecha y Fajardo, Roberto Lago y últimamente Fabiano lo han hecho en el costado izquierdo sin que hoy por hoy esté claro cuál de ellos es el titular. Ninguno ha resultado verdaderamente convincente y lo peor es que el propio técnico no tiene claro quién de ellos es el mal menor.

No es la primera vez esta temporada que el Celta ve cómo se le escapa un partido en cuestión de unos pocos minutos.

Le sucedió frente al Tenerife en el partido que propició el despido de Pepe Murcia y más recientemente le ha pasado a Eusebio en los partidos frente al Salamanca y el Rayo Vallecano, por no mencionar la reciente remontada del Alicante en el Rico Pérez con dos goles entre los minutos 74 y 89 de partido.

Con el viento en contra

Al problema de la fragilidad defensiva de este equipo se suma otro no menos llamativo: las enormes dificultades que tiene este equipo para navegar con el viento en contra. Cada vez que recibe un gol al Celta le cuesta demasiado trabajo levantarse como demuestra el hecho de que el conjunto vigués tan sólo ha sido capaz de remontar este curso un resultado adverso, ante el Levante, en el Ciutat de Valencia, hace justamente una vuelta completa de campeonato.

Otro de los problemas que ha dejado al descubierto la goleada recibida en Vallecas es la ineficacia del triplete de pivotes desplegado por Eusebio en la línea medular. La proliferación de medios centro defensivos no ha proporcionado réditos interesantes en la recuperación del balón y ha dificultado considerablemente la organización del juego. El Celta no tiene quien conduzca la pelota y menos aún quien dé sentido y verticalidad al balón a la hora de buscar la portería contraria.

El denominado trivote no le resultó a Pepe Murcia cuando trató de blindar al equipo después de las primeras tres derrotas de Liga, ni tampoco le ha funcionado a Eusebio, que repitió equivocadamente fórmula después de la engañoso triunfo obtenido ante el Córdoba.

El caso es que, a nueve jornadas para la conclusión del campeonato, el Celta carece de equipo tipo ni patrón de juego definido. El técnico ha probado prácticamente a todos sus futbolistas y lo único que tener claro es el sistema de juego a pesar de que los resultados siguen muy por debajo de las expectativas y algunas de las decisiones que ha tomado el técnico tanto a la hora de elaborar las convocatorias como las alineaciones se hacen difíciles de entender.